Paloma Pedrero

Lo bonito de envejecer

La Razón
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¿Es bonito envejecer? Lo dudo, le doy vueltas. Me pregunto si me gustaría tener veinte años menos. Y me contesto que rotundamente sí. Sí, pero con lo que sé ahora, con lo que siento ahora, con la tranquilidad que tengo ahora. Sólo quiero de esos veinte años menos, la energía física, la esperanza de vida. Sí, me encantaría tener por delante cuarenta años más. Vivir más de lo que me queda, pero con un cuerpo más lozano. Y no es porque no me guste mi cuerpo, la ternura que siento ahora por él es inmensamente mayor que nunca. Antes lo admiraba, ahora lo quiero. En ese sentido es bonito envejecer. Ahora cuando me miro al espejo y veo mi piel y mis cicatrices, me invade un sentimiento de aceptación que antes nunca tuve. A veces, incluso, hasta me acaricio los surcos con afecto. Lo que quiero decir es que la cuestión estética no me perturba. No me exhibo porque creo que a los otros no les gustará ver mis descalabros, sólo por eso. Lo que me conmueve es saber que estoy en el penúltimo tramo de mi vida. Pero mi mente está como nunca, olvidadiza porque es lo que tiene que ser. Mi corazón está sosegado, sin grandes pasiones como es natural. Mi alma está mucho más conmigo que en ningún tiempo. Esto es bonito. Y en el espejo me veo joven. Sólo las fotos despiadadas me delatan. Pero aún así me miro con buenos ojos. Los rostros cuando tienen ternura son bonitos. Lo digo de verdad; sumando amor, envejecer es bonito.