Rosetta Forner
Lo que el informe calla
En esta sociedad (Club del Redil) de eufemismos e hipocresías varias, para justificar el aborto se recurre a la salud psicológica de la «nofuturanomadre» (embarazo y maternidad no son lo mismo). Abortar tiene, a la larga, unas consecuencias psicológicas que deberían ser motivo de preocupación y estudio, y debería informarse a las mujeres para que, ante un «embarazo no deseado» (otro eufemismo simplista), tengan en cuenta las potenciales consecuencias para su psique (universo emocional). Cuando alguien no quiere responsabilizarse de sus conductas recurre al «factor psicológico», que, al ser intangible, no puede probarse objetivamente (aunque existan pruebas psicológicas), ya sea en forma de «ansiedad», «depresión», maneras sutiles de eludir situaciones que no gustan o no se quieren afrontar. La canalización de la libertad, ignorando la responsabilidad sobre las consecuencias o excusación de nuestros actos en nombre de la modernez, nos conduce a la eliminación de los valores y las creencias que nos hacen humanos. Se insiste en presentar a la mujer como «víctima» y en el «derecho de la mujer a hacer con su cuerpo lo que quiera». Eso sí, recuerden que ciertos actos llevan oculta una factura futura. En una sociedad moderna se enseña a combinar derechos con responsabilidades, a presentar las cosas como son y no anestesiadas. Por eso, las mujeres, antes de abortar deberían plantearse lo siguiente: «Si hubiesen pasado unos años, ¿me seguirían pesando las circunstancias, el egoísmo ciego, el miedo? O, ¿escucharía a mi alma? La respuesta está en su corazón, no en el informe de un psiquiatra que hace oídos sordos a su conciencia.
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