Toni Bolaño

Lo que Mas olvida: a los Pujol y que las inversiones extranjeras cayeron un 45%

Dos horas. Dos horas largas de rueda de prensa de Artur Mas. Todo para contar que gracias a su Gobierno, Cataluña va bien; para explicar lo bien que lo está haciendo, su brillante gestión en economía, reducción del paro, transparencia, servicios sociales, educación, universidad, turismo, becas, Justicia, tráfico, simplificación administrativa, adelgazamiento de la administración, Sanidad; y para poner de relieve el correcto funcionamiento de su pacto de gobierno con ERC. En su papel de alumno aventajado –el conocido empollón– ha desgranado su particular balance de gestión. Ha dibujado una Cataluña en la que apenas hay aristas y que, además, ha llevado adelante un gran proceso participativo entre la ciudadanía, su camino hacia la independencia.

Pero siempre hay un pero si alguien esperaba que despejara dudas sobre el futuro político de Cataluña se ha quedado con las ganas. En este punto, Mas con unos lucidos manguitos de funcionario ha recitado el consabido «vuelva usted mañana». Concretamente, el presidente catalán ha remitido su decisión al jueves, 24 horas después de una nueva reunión con el líder de los republicanos, Oriol Junqueras, y su propia cohorte de palmeros. A saber, la señora Carme Forcadell (Asamblea Nacional), Muriel Casals (Òmnium Cultural) y Josep María Vila d’Abadal (Asociación Municipios por la Independencia). Sus particulares «ángeles de Charlie».

El presidente de la Generalitat no ha querido explicar cuál será su propuesta, pero ha evidenciado su malestar con ERC. Enfundado en el uniforme de ofendido ha explicitado su reprobación a Junqueras. Primero por poner en tela de juicio la labor de su Gobierno; luego por dejar en la estacada los presupuestos, y tercero, por liar el proceso de la transición nacional. Hasta le ha puesto fecha a lo que considera el inicio de la traición de los republicanos: octubre de 2014. Mas se ha quejado de la actitud de su socio de Gobierno porque después de hacerlo también, de ser tan bueno, tan alto y tan guapo, no concibe que los republicanos no accedan a reconocer su liderazgo, ni a mostrar adhesión inquebrantable a sus tesis de convocar elecciones al frente de una lista de buenos catalanes, incluso ilustres. Los malos, y los no ilustres, tendrán cabida en otras listas y ERC tendrá que conformarse en presentar una lista sólo con los suyos.

Aquí está el punto de fricción. El enésimo. El bueno de Junqueras si no cede a las pretensiones caudillistas de Mas tiene todos los números para convertirse en el malo de la película. Mañana, el líder de los buenos catalanes escenificará la última encerrona bajo el epígrafe «todos contra Junqueras». De momento, ERC acepta que Mas lidere una lista de país con personalidades de la sociedad civil, pero exige libertad para incluir en sus listas a otros partidos, como es el caso de los escindidos del PSC. Y como guinda, quiere elecciones de forma inmediata.

Ayer Mas enseñó sus cartas de líder. Se autoelogió pero esquivó los temas espinosos. De Jordi Pujol, ni palabra. Del Palau de la Música, ni palabra. De Oriol Pujol, ni palabra. Y de economía se apropió de todos los éxitos. Para el presidente, Cataluña está que se sale y el paro es cosa ya de pocos días. Todo gracias a él, evidentemente. En su repaso tuvo otro olvido. Las inversiones extranjeras en Cataluña han caído en 2014 un 45% y las inversiones netas un 56%. En palabras del periodista Juan Tapia en «El Periódico», el problema de Mas es del 45%. Por cierto, en España las inversiones extranjeras, sin Cataluña, crecen un 4,7% y las inversiones netas un 20%. Pero eso sólo son nimiedades y argumentos malintencionados. ¿Y Pujol? No parece conocerlo. Mas vive en su planeta, a años luz del planeta tierra. El jueves, nueva sesión de terapia a los catalanes del líder del silencio de los corderos. Perdón, de los besugos.