Bartolomé Beltrán
Los colegios
Los profesionales, en este caso el Colegio de Médicos, han sido un baluarte en el control del ordenamiento en el marco de la ley. En salvaguardar la dignidad y prestigio de la profesión cumpliendo el Código Ético y Deontológico de la Organización Médica Colegial (OMC). El Colegio debe evitar el intrusismo y procurar establecer la formación necesaria de los profesionales de manera transversal en aquellas áreas no cubiertas por las organizaciones competentes. En definitiva, cubrir ese vacío. Y finalmente, entre otras muchas cuestiones, coordinar a las sociedades científicas en aquellas áreas que les es común o en las que por motivos del progreso científico pueden ser objeto de controversia o discrepancias. Pues bien, en los últimos años vivimos una catarsis volcánica continua y permanente en el Colegio de Madrid. Desde la calle Santa Isabel llegan noticias sobre asambleas polémicas, demandas, ceses, irregularidades y todo tipo de cuestiones que se alejan de lo que debe ser el sacrosanto lugar ejemplarizante para todos los colegiados de España. Y en lugar de un oasis profesional, se ha convertido en un espacio de cuitas y disputas. Respeto profundamente a cualquier profesional colegiado de la Comunidad de Madrid y tienen mi apoyo, como es obvio, aquellos que han ganado las elecciones. Éste es el caso de la psiquiatra Sonia López Arribas. Y lo creo con todos mis respetos porque son ellos los que deben dirigir el Colegio y actuar en sus contratos externos al modo de la Ley de Contratos del Sector Público o del Estado. Así que como no entiendo el engranaje entre juntas directivas, asambleas de compromisarios, vocalías y otros mecanismos de la organización interna les ruego queridos compañeros que no saquen las cosas de quicio y de una vez por todas ordenen su acción de gobierno porque el ejemplo que estamos dando no lo merecemos ninguno de los que al final formamos el universo individual de la profesión médica. Seguro.
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