Alfredo Semprún

Los más bestias son los de Boko Haram

El Centro Internacional de Estudios sobre el Radicalismo y la Violencia Política (ICRS) ha publicado un balance comparativo (ver «Jeune Afrique», 12/12/2014) de las víctimas causadas por los distintos grupos yihadistas, en el que se concluye que los más bestias son los nigerianos de Boko Haran, muy por delante de los cortadores de cabezas del Estado Islámico o de los somalíes de Al Shabab, los mismos que organizaron una lapidación en el estadio de fútbol de Mogadiscio, arreando a punta de AK-47 a los asistentes y golpeando en los ojos a quienes se negaban a mirar el espectáculo, que es lo que tiene la justicia ejemplarizante, que o deja huella en el alma colectiva o es inútil. El problema es que el informe está referido a los datos de ataques y muertes del pasado mes de noviembre, en el que los islamistas nigerianos se apuntaron una matanza contra una mezquita cuyo imán no era, precisamente, partidario de su interpretación del islam y que se cobró 122 vidas, subiendo mucho la media. Por otra parte, los de Boko Haran matan, fundamentalmente, a civiles indefensos –el 87 por ciento de sus víctimas–, mientras que los del Estado Islámico, en Siria e Irak, presentaban ese mes un porcentaje muy inferior del 39 por ciento. No tiene la misma dificultad acabar con un puñado de mujeres, niños y ancianos, quemándolos vivos en un poblado de Kano, que intentar lo mismo cuando enfrente tienes al Ejército sirio o a las milicias chiíes y, además, de vez en cuando se descuelga un avión occidental soltando bombas teledirigidas. Un poco lo que les pasó a los guerrilleros de Sankó en Sierra Leona, ésos que amputaban los brazos a la gente para que no pudieran votar, cuando se encontraron con la primera patrulla de paracaidistas británicos y descubrieron los inconvenientes de la guerra. De cualquier forma, en el asesinato de civiles van muy por delante los de Al Shabab, sector de Kenia, el 96 por ciento de cuyas víctimas pertenecían a esta categoría. Pero lo cierto es que, en números redondos, los islamistas nigerianos son más mortíferos que el ébola. De los 5.042 muertos causados en noviembre por los ataques islamistas en África, Oriente Medio y Asia, 786 se han producido en los 30 ataques atribuidos a Boko Haran. Es decir, a una media de 27 muertes por asalto. Por contra, el Estado Islámico ha matado a 2.206 personas en 306 ataques registrados, lo que da una media de 7 muertos por asalto. Los redactores del informe señalan la «extrema brutalidad» y la «absoluta falta de contención» de los yihadistas nigerianos para explicar la diferencia, factores a lo que habría que añadir la sospechosa inoperatividad del Ejército, pese al despliegue de varios miles de soldados en una zona no tan selvática e impenetrable como puede parecer. Pero si la eficacia de las Fuerzas Armadas nigerianas se mide por el estado operativo de su aviación militar, tan minada por la corrupción que apenas puede mantener una docena de cazabombarderos en vuelo, se explica que el Gobierno de Lagos sea incapaz de proteger a sus ciudadanos. Por último: los yihadistas llevaron a cabo en noviembre un total de 664 ataques en una geografía cada vez más extensa: Irak, Nigeria, Afganistán, Siria, Yemen, Somalia, Pakistán, Filipinas, Kenia, Libia, Camerún, India, Egipto y Níger.