Nacionalismo

Los matones del nacionalismo

La Razón
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Ahora llega el temblor de piernas. Cuando uno tiene que sentarse ante un juez y la lengua no se pone bailonga a la manera habitual para retorcer con chulería el diccionario. Independencia, referéndum, palabras lanzadas como pedruscos a la cabeza de la Ley. Los soberanistas han jugado al pío pío y ahora lo que fueron piquitos de oro son labios de mermelada amarga, engordados con pienso populista que ya saben de dónde se inclinará la balanza de la Justicia. A Homs, por ejemplo, ya se le pone la tripa en modo esplendor en la hierba al ver que después del suplicatorio viene el supositorio.

Los matones de la escisión y la rebeldía, los únicos que se han alegrado abiertamente de la victoria de Donald Trump, porque creen que el caos global les puede beneficiar, que hay que estar de cabeza para plantear una lectura tan aldeana de un fenómeno planetario, volvieron ayer a ponerse chulos, en plan de «mobbing» al Estado, de acosadores, de chantajistas al peso, para decir a los partidos constitucionalistas que entregar la cabeza de Homs les supondrá «más piedras». Por lo menos, avisan. Los presuntos delincuentes suelen apoyarse entre ellos porque en cuanto caiga uno igual se viene abajo toda la banda, como pasa en un Scorsese cualquiera.

La Ley, pues, según estos matones, a los que sólo les falta un guardapolvos como de «Matrix», menos a Luis Llach que con el gorro de lana ya da el «dress code», cambia al antojo de sus apetencias, que menos mal que no le dieron, que se sepa, por ser pederastas, violadores, defraudadores, asesinos a sueldo, maltratadores de animales, conductores suicidas... porque para dialogar tendríamos que admitir que un delito, sea cual sea, se perdone, entre de lleno en el vacío de la conciencia y se convierta en nada, que se esfumara del Derecho. El mundo al revés. Estos señores quieren humillarnos como si fuéramos eunucos de un capítulo de «Juego de tronos». E igual se crecen ahora que los nacionalismos están de moda universal. Como Justin Bieber. Mucho dorado y pelo rubio. Para salir a la calle sólo hace falta un club de fans. ¿Rita Barberá tiene que pasar por el Supremo por pitufear mil euros y Homs es un santo varón al que rezarle un padrenuestro?

Sólo hubiera faltado que el PSC votara contra el suplicatorio de Homs para preguntarnos dónde está España y quién la defiende de los bárbaros que van haciendo grietas en el muro, ese socialismo antipatriota, por ejemplo, que camina en dirección inversa, como una Hillary Clinton beoda que va dándose trompicones en la ruta «okupa» de la Barcelona de Colau donde los billetes caen de sus faldas. Los matones desobedecen hasta la más delgada regla de decencia o de valor. Todo acto tiene sus consecuencias. Señores, no estamos en la PS4 ni la Justicia se rebaja como en un «Black Friday».