Política
Los «nuevos» liderazgos
La crisis política que vivimos como consecuencia de la crisis económica ha puesto de manifiesto la ausencia de liderazgos fuertes capaces de adaptar su discurso a las necesidades de sus países y ciudadanos.
Es lo contrario de lo que ocurrió a partir de los 80 con los liderazgos de Reagan, Clinton, Kohl, Schroeder, Thatcher, Blair y otros tantos que acabaron con la Guerra Fría, el Muro de Berlín, las resistencias sindicales a los cambios y otros símbolos que caracterizaban los equilibrios económicos y de poder en nuestras sociedades. Con ellos vinieron años de progreso y crecimiento propiciados por las tecnologías, las comunicaciones, la sociedad de la información, y una economía financiera que dio lugar a la «globalización». Globalización que se ha extendido de manera larvada y que se ha visto afectada por la crisis económica. Crisis que ha afectado a todas las clases sociales provocando el descontento social. Por primera vez, todas las clases sociales vieron frenado su progreso personal y familiar, y amenazada su identidad, su seguridad, su bienestar y su libertad.
La falta de reacción de los partidos tradicionales ante esta realidad, junto a una denigración de la clase política y la ausencia de alternativas y liderazgos capaces de articular un discurso sólido y un camino para salir de esa situación, propició el nacimiento de nuevos partidos y líderes que, apoyados en el fracaso de los anteriores, el temor, el desencanto y el enfado de los ciudadanos, articularon discursos muy populistas tanto desde la izquierda como desde la derecha radical, con soluciones aparentemente fáciles de aplicación imposible a problemas complejos, que han complicado el escenario político y la posibilidad de articular pactos estables y sólidos, y la formación de gobiernos de igual naturaleza.
Beppe Grillo, Lepen, Tsipras, Hoffer, Iglesias y Trump son ejemplos del fenómeno descrito, si bien, cada uno responde a circunstancias, perfiles y propuestas distintas frente a la situación.
Este contexto explica los intentos de retornar a la primera línea política de algunos líderes que presidieron sus países con anterioridad a la crisis, como Blair o Sarkozy, para volver a intentar alcanzarla. Sin embargo, siendo ésta la realidad descrita y persistiendo las dificultades y la preocupación de los ciudadanos por lo que pueda venir, no parece que estos retornos sean la solución que ellos esperan. El fracaso de Sarkozy en las primarias para elegir el candidato de la derecha es un ejemplo claro. La escasa trascendencia del anuncio de Blair de recuperar el liderazgo de los laboristas, la confirmación.
Sin embargo, algunos datos ponen de manifiesto que, si bien no parece que ésta sea la vía para abordar la difícil situación por la que atravesamos, los ciudadanos están descontando a estas nuevas fuerzas políticas y a sus líderes como una solución a sus problemas, prefiriendo apostar por opciones más sólidas y experimentadas, alejadas del populismo demagógico, radical y peligroso de aquéllas, pero con un discurso claro, creíble e identificable con las posiciones que tradicionalmente han defendido las opciones políticas de siempre.
A eso responden Trump y su elección como presidente de los EE UU y la reciente designación de François Fillon como candidato de la derecha a la presidencia de la República francesa el año próximo, ambos con un programa liberal conservador, e identificable, en defensa de los intereses de sus ciudadanos y resaltando el orgullo de serlo en cada caso. Y a eso ha respondido también la derrota de Hoffer en Austria.
El escenario, pese a todo, sigue siendo incierto porque la situación mundial lo es. Pero estos últimos hechos abrigan una esperanza para todos los que piensan que los experimentos hay que hacerlos con gaseosa, y que la seguridad, la libertad, el bienestar y el orgullo de pertenencia deben descansar sobre unos principios sólidos y claros. Y contar nuevamente con líderes capaces de articular un discurso que los explique y defienda con convicción y firmeza ante los ciudadanos y los demás países de nuestro entorno para abordar entre todos las soluciones que nos demanda el complicado futuro que tenemos por delante.
Ojalá que este camino que algunos han iniciado con la designación de estos nuevos líderes y el apoyo a las propuestas que les acompañan sirva de ejemplo a los demás, e iniciemos entre todos una salida de la crisis actual, sentando de nuevo unas bases que nos permitan garantizar el desarrollo, la prosperidad, la paz y la estabilidad alcanzadas con anterioridad a dicha crisis, cuyos efectos siguen latentes. Tomemos nota.
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