Fernando Vilches

Los otros «pringaos»

Desde que nos presentó Luis Alberto de Cuenca (el mejor poeta español contemporáneo vivo), soy un admirador de la pluma, de la inteligencia y, si no suena a machista, de la belleza de Ángela Vallvey, compañera de vicisitudes en LA RAZÓN. Hace dos sábados escribía sobre créditos y autónomos y hacía una afirmación en la que, sin que sirva de precedente, no estoy de acuerdo. «Quizá el probo funcionario obtenga préstamos para pagar el pisito de su hija». Habría que remontarse al más nefasto de los presidentes de la etapa posfranquista, el señor Zapatero, para situar el período de penurias del funcionariado español, acusado injustamente de todos los males habidos (vagancia, parásitos, sueldo fijo...), y continuar con el Gobierno del señor Rajoy que este año, el de la recuperación, ha vuelto a congelar su sueldo, el de los funcionarios, no el de los políticos. Y, así, puedo escribir con claridad que la mayoría de los funcionarios (de las tres administraciones) son probos; que la mayoría trabaja por el bien público; que muchísimos no llegan a mileuristas; y que, por cada funcionario no probo, hay cientos de políticos y sindicalistas sinvergüenzas (solo hay que remitirse a nombres particulares y a casos famosos donde están por docenas). Como, además, aquí se lee poca historia, ya en España, en épocas de penuria, miseria y crisis, los ministros de Hacienda propugnaban cobrar menos impuestos a la población para que circulara el dinero, base de las sociedades de consumo. Porque el cuartillo de paga extra no lo regala el Gobierno, es fruto de una sentencia judicial. ¿Podría el señor Montoro devolver a los funcionarios el poder adqusitivo de hace seis años? Puedo asegurarle a mi admiradísima Ángela que a muchos funcionarios les cuesta pagar la universidad o el colegio de sus hijos, y que ya el ser funcionario no es un marbete que abra las puertas del crédito. ¡Qué sería de España si todos los funcionarios hiciéramos una huelga total de solo 15 minutos! Y los profesores de Universidad y los becarios que yo conozco no tenemos los chanchullos de los Iglesias, Monedero y Errejón.