Restringido

Los pueblos

Hasta no hace mucho, ser de pueblo era algo humillante. Se consideraba sinónimo de cateto, patán, palurdo, zafio e ignorante. En el diccionario estos calificativos equivalen aún a aldeano, labriego y rústico. El campesino era objeto de burla en la ciudad. El «isidro», el tipo de la boina, abastecía de material a comediantes, y humoristas. A ese agravio se llamó desprecio de aldea. Los campesinos, cuando llegaron las máquinas al campo, cerraron su casa sin dar cuartos al pregonero y emigraron a la ciudad, que era donde se fabricaban las máquinas, y la ciudad dio la espalda a los pueblos. Lo mismo que los poderes públicos.Y así surgieron las «dos Españas», la despoblada del interior, con auténticos desiertos demográficos, y la superpoblada de la periferia, con aglomeraciones infames. Lo llamativo es que de cara a las próximas elecciones nadie propone como punto primero de su programa la necesidad de reordenar demográficamente el territorio.

A medida que se han ido muriendo los pueblos y agoniza la milenaria cultura rural, se observa paradójicamente un movimiento de vuelta al campo, impulsada por el hastío de la ciudad, la crisis, el desempleo y la necesidad de volver a la naturaleza. Y al mismo tiempo, ser de pueblo o tener raíces en el campo se ha ido trocando en objeto de orgullo y en señal de identidad. Lo que se lleva hoy es el aprecio de aldea. Y, estando en estas, un partido nuevo que lleva el significativo nombre de «Ciudadanos», ha tenido la malhadada ocurrencia de proponer acabar a matarrasa con 7.000 de los 8.000 ayuntamientos de España, que es la peor idea política que ha tenido aquí nadie desde la Transición. Cerrar los ayuntamientos acelera la muerte de los pueblos. Ningún pueblo quiere ser gobernado desde el pueblo vecino. Estos de C’s no saben que la identidad de un pueblo es importante para todos los que lo habitan o han habitado en él. También para sus descendientes. Lo mismo que su historia, su cultura, sus costumbres, sus fiestas, tradiciones y leyendas. Hasta sus ruinas. Todos los elementos que hacen que un municipio sea diferente de los demás e irrepetible.