Política

Alfonso Merlos

¡Los que faltaban!

¡Los que faltaban!
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Se veía venir. Desde luego que cada palo aguante su vela. Pero el comportamiento desviado, irregular, tramposo de las elites sindicales, de nuestros devaluados sindicatos de clase, ha sido generalizado, transversal. ¡Ahora también CC OO! Ahora resulta que quienes debían concentrar todo su sudor en la mejor salvaguarda de los derechos e intereses del proletariado estaban volcados sobre la creación de empresas para llevárselo calentito.

El espectáculo es ya pornográfico por desmedido y bochornoso. Es evidente. Se olfateaba en el ambiente. Pero las pruebas es en este momento cuando afloran. Cuanto peor lo han pasado los trabajadores en este país, cuanto más han sufrido los empresarios, cuanto mayor ha sido el número de despidos y de persianas de negocios que se han tenido que echar, mayor ha sido el beneficio económico y el lucro de todo tipo con el que se han autoenjuagado estos fariseos.

Pero, ¡ahí siguen! Sin pestañear, sin que se les mueva un músculo de la cara ni una arruga. Al contrario: matando al mensajero, pegando puntapiés al balón para que siga la jugada, propalando amenazas y actuando en no pocas ocasiones como el fanfarrón que se ufana en la curva de la barra del bar de casi todo y que arremete contra casi todo. Moviendo el palillo entre los dientes, de lado a lado de la boca. ¡¿Ése es el camino?! ¡De qué?!

Seamos claros en las conclusiones. UGT y CC OO se han emborrachado de ayudas y subvenciones, no aceptan que la juerga se ha terminado probablemente porque los poderes públicos siguen poniéndoles las botellas todavía medio llenas. Ni siquiera han pasado al estado de resaca. Por supuesto no tienen la cabeza fría ni en su sitio para reflexionar. Cuando dejen de vivir del alcohol verán, si les queda algo de nobleza o de casta o de dignidad, que han abusado de los españoles, y que les han estafado. Y sólo entonces, quizá, enderecen su camino y sean capaces de vestirse por los pies. Sería muy de agradecer.