Elecciones en Estados Unidos
Los «sui generis»
Alguien del más cercano núcleo de confianza de Mariano Rajoy me apuntaba en tono jocoso, minutos después de confirmarse la victoria de Trump y a propósito del crecimiento en Europa de inquietantes olas populistas, que visto lo visto, formaciones como el partido popular repitiendo triunfo electoral aún con una mayoría minoritaria deberían comenzar a contemplarse como una «especie protegida». Tal vez por ello las palabras del propio Rajoy junto a la canciller Merkel, a propósito de la irrupción de «formaciones ‘‘sui generis’’ que acaban creando muchos problemas» marcan una baliza divisoria entre lo imperfecto ya conocido y la incertidumbre que representan quienes cuestionan a los tradicionales actores del sistema. Lo escuchado a Rajoy en Berlín casi sugería esa condición de «especies protegidas» ante la amenaza de extinciones y de cambios climáticos. Pero ocurre que, aun siendo en cierto modo encomiable lo de poner pie en pared a cargo de Angela y de Mariano, los fenómenos «sui generis» se presentan de otras muy distintas formas que no siempre atinamos a interpretar. Pondré dos ejemplos, uno a propósito de las presidenciales en EE UU y otro en nuestra política más doméstica. Sobre lo primero, resulta especialmente curioso el contraste entre los que no se tomaban en serio a Donald Trump –política de salón y sobre todo medios de comunicación– y los que, dado el resultado, sí se lo tomaban pero que muy en serio, los votantes. Pero resulta también curioso y chocante ese otro contraste entre los primeros, alarmados por las aberraciones en el programa electoral del personaje y los segundos que muy probablemente relativizaron –y en esto solo el tiempo dará o quitara razones– el nivel real de esas propuestas extremas. Ergo, como en el referéndum del Brexit o lo que se avecina en el de la reforma constitucional de Italia entre otros significativos casos, las escalas de valores de los votantes parecen «ir por libre». Motivo para la reflexión.
Sobre lo segundo, nuestra política de andar por casa nos brinda no pocos síntomas «sui generis» en el incierto arranque de legislatura. Síntomas a tener en cuenta, no tanto por corresponderse con el populismo como por coincidir con éste en alguna posible nociva consecuencia. Hay no pocos casos pero señalaré sólo uno por reciente. Llevar la lógica disputa política entre los partidos y la confrontación en el plano ideológico al terreno de la disputa entre territorios es lo último que hace falta en un momento en el que las relaciones entre comunidades, con especial atención a Cataluña, y la mejora del modelo autonómico son retos claves del nuevo periodo político. Cifuentes, que no es sospechosa de demagoga, sencillamente ha querido homenajear a la solidaridad interterritorial, pero su enfoque demasiado «gráfico», además de hacerle todo un «campañón» a Susana Díaz y al PSOE andaluz ha acabado bordeando justo esos límites políticos que no tocan y que alimentan a todo tipo de victimismos, esos que tanto gustan a los «sui generis». Conclusión, Ahora más que nunca, guantes de raso y contar hasta diez, que los pies del tiesto ya los sacaran otros.
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