Crisis en el PSOE

Luena tiene un plan b

La Razón
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César Luena tiene ya en el Congreso de los Diputados su sitio en la fila de los castigados sin postre después de la vomitona del sábado de la que aún padecen resaca. Los hígados, sobre todo a cierta edad, aunque uno piense que está hecho un chaval y guste de las cosas de las jóvenas, tardan tiempo en recuperarse. Todos los focos se ceban en Pedro Sánchez, el ausente que ayer no quiso robar protagonismo fotográfico a los de la «Gürtel», esa panda tan casposa y tan del siglo XX, pero lo que se movió en el Comité Federal era un monstruo de dos cabezas haciendo de Don Quijote y Sancho Panza, el Gordo y el Flaco, Faemino y Cansado, de Juanito Valderrama y Dolores Abril, de los hermanos Calatrava.

Es injusto que no quede para la historia la estrategia bizca del número dos de Pedro Sánchez, el hombre que aún aspira a ganar después de muerto como si fuera un Cid de La Rioja, granate y achispado. Luena tenía el maniquí perfecto, el seductor que sabe guiñar un ojo, y para lo demás se bastaba él. Uno se mira al espejo y el otro en sentido figurado liga. Tal y como hacíamos cuando salíamos con el amigo alto y guapo pero un poco tontorrón.

Cuando Javier Fernández, el señor de la gestora para el que nadie por ahora tiene una mala palabra, tenga que llamar a los secretarios generales se encontrará que el de La Rioja es... ¡César Luena! En 2014 orquestó un golpe de Estado para colocarse, un cargo que no dejó a pesar de sus responsabilidades en Madrid. Podría convocar un Congreso en su tierra, ¿pero y si lo pierde? Es también el único diputado del PSOE por Logroño. O sea. La Rioja es él.

Luena está agarrado como una garrapata, no una garrapata cualquiera, que son los únicos animales que no valen para nada, que no cambiarían el equilibrio natural, sino de esas que provocan una fiebre mediática y si te pican te encierran como si tuvieras ébola. Luena está ahora unas butacas más arriba, de acuerdo, pero apoltronado a la espera del fracaso de sus compañeros y compañeras, que para eso son compañeros y compañeras: para desearles lo peor. Luena tiene un plan B que pasa por devolver al maniquí al escaparate para la temporada de invierno. O alguien fulmina a César o intentará de nuevo cruzar el Rubicón.

El hombre del pucherazo, el que llama a Raúl del Pozo para decirle cuatro cosas, trabaja aún como si estuviera en las Juventudes Socialistas, en el carajal permanente y el aquí mando yo. A César lo que es de César. Hay que hacerle justicia, el espectáculo pasado y el que está por venir no lo monta cualquier vedette, y eso tiene un impacto publicitario internacional seguramente valorado en millones de euros, o ajusticiarlo políticamente. Ustedes verán, pero tarde o temprano Luena intentará acabar la chapuza, que para eso lo contrataron, y pasar la factura.