Francia
Madres de Francia
¿Macron o Le Pen? No sólo Francia, todo Occidente ha contenido la respiración este domingo electoral aunque los porcentajes sonrieran, desde el minuto uno, al representante centrista en esta segunda vuelta. Motivos sobran para la incertidumbre global, inevitable asustarse ante el extremismo con poder y batuta. Si fuera por Marine Le Pen, la Europa que conocemos y nos alienta se desvanecería sin remedio, Frexit maldito. Emmanuelle Macron como presidente al menos nos aseguraba que, de momento, en nuestro viejo continente mantendríamos a raya el populismo. Mientras Francia se adueña de todas las portadas posibles, me fijo en los entornos de los líderes galos que se han jugado el Elíseo y pongo la lupa en sus madres, ahora que estamos de aniversario. Nada que ver la una con la otra, oye. No es por desmerecerlas pero adivino frialdad en ambas, curioso denominador común.
A los dieciséis años, Marine Le Pen se queda súbitamente sin su progenitora. Mamá Pierrette abandona al marido y a sus tres hijas, se fuga con el amante de entonces, no puede más con Jean Marie. La benjamina Marine tiene entonces 16 años. Hoy lidera el Frente Nacional que fundó su padre. Digamos que se crió con una progenitora ausente y a la sombra del político. Digamos que ella ha sabido dulcificar el discurso racista del progenitor y llevarlo a la calle con voz de mujer.
Respecto a Macron, el retrato del joven brillante y perfecto que exponen sus biógrafos tiene su cara B: una ambición insensible, quizá motivada por su crianza. Los padres del susodicho son médicos. Rechazaron la relación entre el hijo y su profesora Briggitte, de modo que él suelta amarras, se desvincula de ellos, los suple con el cariño de su abuela. Macron sería, según sus conocidos, un hombre sin amigos íntimos y con dos mujeres que han marcado verdaderamente su vida: la abuela, fallecida en 2013, y la mujer. Esa pareja, madre, amiga y mentora carismática. Saca tus propias conclusiones, intuyo que ninguno presumirá de infancia feliz. Encuentro a ambas progenitoras a años luz de la mía, que es puro amor y bondad. La madre, esa primera persona, sagrada, con la que entramos en contacto en este mundo, también la primera a la que amamos, el factor más decisivo en el desarrollo emocional de cualquiera. Por la calidad de los vínculos que mantengan con sus madres les conoceréis. Un recurso que nunca falla.
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