Rosetta Forner

Marca personal

Todos somos productos, ergo todos tenemos nuestro público objetivo. Dependiendo de cómo nos queremos posicionar, así nos percibirán. El no tener unos planteamientos claros puede conducir al fracaso, esto es, a que nadie compre nuestro producto o servicio o que nos compre quien no querríamos. A los partidos políticos últimamente se les ve claro su posicionamiento: éste refleja la ausencia de «objetivos de marketing», lo cual lleva al «todo vale» o a estrategias desesperadas. Cargarse la imagen del producto cuesta poco. Si uno crea confusión entre su público objetivo solo cosechará «desastres». Por el contrario, recuperar la imagen puede llegar a costar tanto que los publicistas aconsejan en muchos casos el «tirar el producto y hacer uno nuevo». La percepción de imagen de marca y de producto una vez instalada en la mente del consumidor es muy difícil de modificar para bien y para mal. ¿Qué imagen hay en la mente del consumidor español, léase ciudadano? No se puede confiar en la clase política en general, unos porque engañan y otros porque no se atreven a posicionarse claramente en base a sus principios y escala de valores. De nada sirve querer caerle bien a la gente. El electorado lo que quiere es un líder que le guíe, que le transmita confianza, que le muestre que sabe lo que quiere y que está dispuesto a luchar por ello. La imagen actual es nefasta. Necesitan una revisión urgente tanto de objetivos, como de estrategia y de estilo de comunicación. Hay que atreverse a ser originales, honestos, consecuentes y cumplir con la palabra dada. Los ciudadanos queremos productos que «caminen lo que hablan», que no sean «over promise». Menos cobardía y más escuchar demandas del público objetivo. Menos política y más vivir la realidad del ciudadano de a pie. La coherencia y la congruencia, hoy más que nunca, son fundamentales.