Iñaki Zaragüeta
Mas sigue sin convencer
AI gual que la madrastra jamás consiguió del espejito una declaración de belleza superior a la de Blancanieves, Artur Mas no logra amainar su desolación y evitar repudios, desolación que continúa «in crescendo» tras el desdén recibido en su entrevista con el lendakari, Íñigo Urkullu, más aún después del rosario de fracasos obtenido en sus visitas y viajes a lo largo y ancho del mundo, como narraba el entrañable capitán Tan. En el diálogo de Ajuria Enea anhelaba encontrar la sombra de Juan José Ibarretxe y se encontró con alguien que lleva su propio camino, emanado de la experiencia y para el que no necesita escudero.
A Mas no le queda otra que conformarse con Oriol Junqueras. Eso sí, prefiere ir con las orejeras puestas a aprender en cabeza ajena. Desdeña las enseñanzas de lo sucedido a Ibarretxe quien, como él, prefirió «ir por la linde» y toparse con el insalvable Himalaya de la Ley y la Constitución. Es verdad que él no acudió al Congreso a defender lo indefendible, pero no por ello se ha salvado de volver a sus cuarteles de invierno con las cabeza gacha, como el ex presidente vasco. Por cierto, tras aquel bochorno, el PNV perdió las elecciones en Euskadi, aunque eso parece tenerlo asumido ya el inquilino del Palau de la Plaza San Jaime. Tamaña testarudez me trae a la memoria a Mark Twain «si tuviéramos que hablar más que escuchar, tendríamos dos bocas y una oreja» y «el buen juicio es el resultado de la experiencia, la experiencia es el resultado del mal juicio». Evidentemente, el norteamericano Samuel Langhorne no se encuentra en los ambientes pedagógicos del mandatario catalán.
En fin, por más que se empeñe, la realidad se impondrá y el deberá dar explicaciones. Así es la vida.
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