Alfonso Ussía
Mejor sin ella
A la alcaldesa de Madrid se le ha embarullado la agenda, y no podrá asistir al desfile del 12 de octubre. Puede interpretarse como una descortesía institucional. Una elegida representación de nuestras Fuerzas Armadas desfilará ante su Jefe Supremo, el Rey, y lo hará después de rendir homenaje a los caídos por España al pie de la Bandera. Se trata de una celebración con fecha cerrada año tras año, pero esta mujer es un caso, y en un despiste se ha comprometido a rendir visita a Quito, para intercambiar con el alcalde de la capital ecuatoriana proyectos, chismes y travesuras. Mejor sin ella.
El 12 de octubre Madrid se viste de fiesta. Es la Fiesta Nacional de España. El pueblo llano ocupa los paseos de La Castellana y Recoletos. El Rey preside junto a la Reina. Pasan ante ellos en formación miles de soldados, síntesis de la decencia, el servicio a los españoles, el sacrificio, la honestidad y el amor a España. Mejor sin ella.
Si la alcaldesa fuera un ejemplo de notable buena educación, todos los años, al recibir la primera agenda de las que se regalan en Navidad, reservaría el 12 de octubre para asistir, como representante de los madrileños, al desfile. Pero al ser tan despistada, este año no lo hizo. Es probable que le aburra el desfile y que no sienta excesiva simpatía hacia los militares, esas gentes tan raras que entregan su vida al servicio de España y los españoles y al cabo de cuarenta años de cumplimiento del deber se retiran con el honor cumplido y el bolsillo desierto. Mejor sin ella.
La alcaldesa, quizá, se sienta cohibida ante unos soldados que han jurado o prometido defender la integridad territorial de España y su Constitución aprobada por más del noventa por ciento de los españoles. Cohibida, escribo, porque últimamente se está dedicando a retirar de las calles de Madrid las placas con los nombres de viejos soldados ejemplares mientras mantiene las calles con las denominaciones de algún genocida. No conoce a los militares. Ellos responden al desprecio con cortesía y al desafecto con el respeto que sus uniformes les obligan. Mejor sin ella.
El desfile militar ante el Rey nada tiene que ver con el desfile de las carrozas del llamado «Orgullo Gay» que tanto gusta a la señora alcaldesa. Los militares no tienen que exhibir el orgullo porque todos están orgullosos de serlo. Si algún día, Dios no lo permita, la señora alcaldesa se sintiera indefensa, uno cualquiera de los soldados que desfilarán el 12 de octubre, arriesgaría su vida por la de doña Manuela, mientras los ocupantes de las carrozas del «Orgullo Gay» que tanto agradan a nuestra viajera no reaccionarían de la misma forma. Mejor sin ella.
La ausencia de la señora alcaldesa no debe molestar ni escandalizar a nadie. Su cargo le demanda cortesía, pero la demanda no es una obligación. Si no quiere asistir al desfile, que no asista. Las decenas de miles de madrileños que saldrán a la calle para aplaudir a sus soldados compensarán con creces su inasistencia. Por otra parte siempre resulta más agradable de contemplar una tribuna de autoridades sin la alcaldesa que con la alcaldesa, aunque esto último sea una opinión personal sin pretensión de coincidencia.
Mejor sin ella.
Todo menos importunar a la señora alcaldesa, que ya tiene su cita cerrada en Quito y su presupuesto para el viaje aprobado por ella misma.
Se trata de un encuentro trascendental. En Madrid, nuestros militares desfilarán más sueltos, marciales y tranquilos. Y esto no es una opinión personal, sino un alarde intuitivo. En fin, que hay que restar importancia a su ausencia y concluir que mejor sin ella. Mucho mejor sin ella. Buen viaje.
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