María José Navarro
Mi Mone
Estoy preocupadísima estos días por el futuro de Juan Carlos Monedero, que se ha ido de la dirección del partido de sus amigos de malas formas y así como tristón. Estoy preocupada por él, que se queda sin la oportunidad de cantar en los mítines de la próxima campaña electoral, y estoy preocupada por mí, que no sabré qué hacer ante la amargura de perderme tanta copla, coplilla y copleta con palmas y su tradicional «Buenos días, Calasparra» que tanto nos gusta a sus fans en la apertura de los discursos. No me hago a la idea de perder de vista a Monedero posando con su chalequito ése como el de Pixie el ratón, sus gafas de abuela haciendo punto y esos morritos de colegiala perversa que pone cuando ve una cámara. No sé qué haré sin ver a Monedero por los platós y las páginas de los periódicos, en esas fotos que le toman desde abajo subido a un alféizar, que hay que ver lo que le gusta un alféizar a este hombre, se diría que en una vida anterior fue un tiesto con geranios. Pero la vida es sabia y el destino certero y se me ha ocurrido un nuevo empleo para Monedero: directivo y portavoz del esforzado sindicato de futbolistas. No me digan que no ganaría en credibilidad la próxima huelga de futbolistas si la rueda de prensa la dan Alves con las gafotas, Neymar con el sombrerito, CR7 con la ceja repasada y, en medio de todos, Monedero con el chalequito cantando eso de «Me gusta er furbooo... ¡Buenas Tardes, LFP!». Ya les digo yo de antemano que con ese equipazo al frente se pone de piquete hasta Tebas.
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