Cástor Díaz Barrado

Milenio

No falta mucho para que finalice el plazo en el que se deberían alcanzar resultados tangibles en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En la apertura del nuevo siglo, las Naciones Unidas propiciaron el compromiso del conjunto de países que conforman la comunidad internacional para promover el desarrollo y hacer efectivos derechos de contenido social de los que se beneficiasen todos los seres humanos del planeta. La Declaración del Milenio, adoptada en el año 2000, supuso un avance decisivo en la consecución de derechos y marcó unas metas, ciertamente ambiciosas, pero también necesarias para hacer que este mundo sea más justo, más habitable y solidario. La solidaridad internacional será el componente clave de los Objetivos del Milenio y, sin duda, se precisará de mucha voluntad política para hacerlos efectivos. Hasta ahora no se puede decir que se hayan logrado todos y cada uno de los objetivos y metas que se han señalado. No se puede hablar de un éxito rotundo pero, tampoco, se podría hablar de que se ha fracasado estrepitosamente en esta materia. No se puede decir que no se haya avanzado, en algunos casos de manera decisiva, en la reducción de la pobreza o en la lucha contra la mortalidad infantil y así, sucesivamente, en muchas de las metas que incorporan cada uno de los Objetivos del Milenio. Las indicaciones de Naciones Unidas han contribuido a que muchas personas salgan de la pobreza extrema y el hambre y a que muchos niños, menores de cinco años, sean escolarizados. Falta mucho por hacer y se necesita más compromiso por parte de los estados y de los organismos internacionales. Pero, sobre todo, la sociedad internacional debe ser consciente de que a la humanidad le corresponden mejores condiciones de vida. El balance que se haga, en 2015, no será seguramente espectacular pero, tampoco, debemos sentir la desazón de que no es posible combatir la pobreza y promover el desarrollo. Se deben marcar nuevos plazos y nuevas metas y, por lo menos, redoblar los esfuerzos para cumplir los componentes básicos de los Objetivos del Milenio. El desarrollo es una condición para asegurar la paz y supone garantizar el respeto de los derechos humanos. La sociedad internacional debe promover el desarrollo del conjunto de países que la integran y, ahora, habría que incidir, aún más, en aquellos países en los que se concentra la pobreza. No hay que reducir la pobreza extrema y el hambre hay que erradicarlos como nos recuerdan los Objetivos de Desarrollo del Milenio.