Pilar Ferrer
Moncloa rechaza una cita «secreta»
Cruce de caminos, filtraciones desde Cataluña y rotunda respuesta en Madrid. A pesar de que el debate era sobre el último Consejo Europeo, el tema catalán se coló como siempre en el Congreso. Mariano Rajoy ya se lo esperaba y por eso le espetó a Durán Lleida la prevista cantinela: «El señor Mas tiene siempre las puertas abiertas, pero mi posición es la misma». Fue precisamente este órdago del portavoz de CIU, con su velada insinuación de que el presidente del gobierno se niega a dialogar con Artur Mas, lo que alentó los rumores. En los últimos días, desde la Generalitat se lleva filtrando la petición de un encuentro con Rajoy. En La Moncloa lo niegan: «Nada cierto, no hay ninguna solicitud formal». En el grupo parlamentario catalán se limitan a decir que, si lo hubiera, «Durán lo sabría». Y de momento, nada sabe.
Es lo que un destacado colaborador de Rajoy en Moncloa define muy bien como «la estrategia de la cuerda». Es decir, desde Barcelona, periódicamente, tiran de la cuerda con su permanente desafío. Y aquí, en Madrid, Mariano Rajoy la afloja de inmediato. Hablar sí, pero sin bajarse un ápice del marco legal. Un eterno camino de ida y vuelta, agravado ahora por la premura de las fechas. El once de septiembre, la Diada, y el nueve de noviembre, la consulta soberanista. Dos citas preocupantes y candentes, a la vuelta de la esquina. Además, las posiciones sobre un posible encuentro entre Rajoy y Mas chocan con el formato. En La Moncloa rechazan tajantemente una cita clandestina, tal como sucedió en la última ocasión, en la que el mandatario catalán viajó de riguroso incognito a Madrid, incluso por carretera. Al final, todo se supo y cada uno lo filtró a su manera.
Por el contrario, si ahora Mas pide una entrevista formal, Moncloa la incluirá en la agenda pública del presidente. «Aquí no hay nada que ocultar, todo con luz y taquígrafos», dicen en el entorno del presidente del Gobierno. Según estas fuentes, es al presidente de La Generalitat a quien le interesa el secretismo, dado que su posición está muy debilitada ante el avance de Esquerra Republicana en las encuestas y los últimos casos de corrupción que salpican a la familia Pujol, auténtico vértice de Convergencia y que provoca movimientos en el seno del partido. Artur Mas se ha lanzado al vacío, pero nunca verá «la tierra prometida», afirman sectores convergentes que conspiran en la sombra sobre un nuevo candidato para liderar una etapa menos independentista.
Mientras en Unió, el pertinaz hombre-puente, Josep Antoni Durán i Lleida, sigue instalado en su oferta de diálogo que evite el llamado choque de trenes. Lo que sí reconocen tanto en Barcelona como en Madrid es que Artur Mas está «moviendo algunos hilos», en especial desde la proclamación del Rey Felipe VI. Pero en Moncloa no ha gustado la pretensión de utilizar su figura y son tajantes: «La Constitución delimita muy claramente las funciones de cada cual», aseguran. De manera que, como dicen en el círculo monclovita: «Dos no hablan de lo que uno no quiere». Así de claro.
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