Ely del Valle

No es lo mismo

La Razón
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La decisión del juez Pedraz de imputar a cinco ex dirigentes de la cúpula de ETA por el asesinato de Gregorio Ordóñez ha venido a poner clarísimo punto diferenciador sobre la i de «iguales» bajo la que algunos quieren crear paralelismos imposibles. La violencia, que es siempre reprochable, tiene matices que no siempre conviene desdibujar, más que nada porque como diría Alejandro Sanz, no son lo mismo las listas negras que las manos blancas. Querer meter en el mismo paquete a quienes fueron víctimas de una banda de asesinos con otras, entre las que algunos pretenden incluir a algunos miembros de esa misma banda, es un despropósito que nadie propondría si hablásemos de otro tipo de delitos. ¿O es que alguien se imagina un homenaje conjunto a las víctimas de la violencia de género y a sus verdugos, por mucho que estos hubieran sido abatidos por la Policía? El auto del juez Pedraz nos recuerda paso a paso cómo hubo un tiempo cercano en que un grupo de maleantes seleccionaba sus objetivos, entregaba el material necesario para matar y ordenaba expresamente el asesinato de personas como Gregorio Ordóñez. También nos recuerda que hay veces en que la Justicia es tan lenta que tarda dos décadas en llegar. Pero llega. Mientras tanto, lo menos que se merecen quienes murieron a manos de aquella pesadilla que fue ETA es un recuerdo que no se diluya en eso que denominamos «violencia generalizada». La suya, la que les segó la vida, fue una violencia meditada y provocada por quienes intentaron extorsionar a toda una sociedad disparando a traición y a bocajarro. No es lo mismo. Por eso el día de la Memoria, tal y como se ha querido plantear, ha sido desde que se instauró un fracaso al que este año, ya ven qué cosas, le ha venido a brotar un punto de justicia histórica.