Política

Francisco Marhuenda

Normalidad institucional

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Pedro Sánchez no estuvo muy acertado ni cuando decidió que los eurodiputados del PSOE no votaran a Juncker ni al pedir la «jubilación» inmediata de Rajoy. La juventud no es un valor por sí misma y tiene aspectos tanto positivos como negativos, estos últimos especialmente cuando se carece de experiencia de gobierno. En cambio, el respeto al adversario sí es un valor fundamental en política. Pedro Sánchez, como Susana Díaz, es valor muy sólido para el PSOE, aunque al primero le falta la experiencia que ha adquirido la segunda al frente de la presidencia de la Junta de Andalucía. Ellos son lo que necesitaba este partido para salir del periodo desastroso que se abrió tras las elecciones de 2011. No coincido ideológicamente con ellos, pero es fundamental que exista un socialismo que sea una alternativa sólida, seria y rigurosa. Otro aspecto clave es que el principal partido de la oposición tiene que tener relaciones fluidas con el Gobierno e incluso alcanzar acuerdo en determinados aspectos. Y en esto no siempre han tenido un planteamiento coherente con lo que decían en el gobierno y luego hacían en la oposición. La imagen del encuentro entre Rajoy y Sánchez es un fiel reflejo de la normalidad que debe existir entre ambas formaciones. En este sentido, sería tan extravagante como lamentable que no existieran espacios de diálogo dentro de las lógicas discrepancias que deben existir. Los ejemplos europeos son muy esclarecedores en esta cuestión. No sólo los gobiernos de coalición con las minorías sino especialmente, cuando se producen entre los dos grandes partidos anteponiendo los intereses nacionales. Es un paso que falta en la política española. El desafío del nacionalismo catalán no se puede resolver con una operación de maquillaje por la que se llame federación al Estado de las Autonomías que es uno de los sistemas más descentralizados del mundo. Una reforma constitucional no resuelve el problema porque estamos ante un proceso que busca romper España. El problema no reside en el modelo autonómico, que como todo es mejorable, sino en la existencia de unas formaciones, como CiU y ERC, que quieren la independencia como horizonte final. Por ello, es bueno que Sánchez y Rajoy defiendan la unidad.