Rosetta Forner

Nuclear sí, gracias

La Razón
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José Luis Rodríguez Zapatero nos presentó la energía nuclear como una «bruja mala». Obviaba que Francia –a quien compramos la luz a precio «¡Mon Dieu!», o sea, que nos cuesta un pastón–, está aquí al lado, y en caso de petar la central nuclear, la onda expansiva no se iba a detener en los Pirineos (a ésta le importa un kilovatio si al otro lado se habla español, francés o swahili). Los accidentes más graves –Chernóbil (Ucrania) y Three Mile Island (Pensilvania, EEUU)– fueron debidos a un fallo humano; en España, la central de Vandellós (Tarragona), sufrió un grave accidente sin víctimas en 1989. En este mundo, todo es peligroso y nada lo es. La energía nuclear, de ser tan nociva y tan desaconsejable, independientemente de dónde esté ubicada la central productora, no debería ser comprada por nadie que no esté a favor de tenerla en su país. Zapatero nos vendió la moto, una más de tantas. Obviamente, él no pagaba, ni paga, la factura de la luz de cada casa. A él y a su desgobierno de cuota no se le movía un pelo cuando de hacer demagogia se trataba. ¿Se acuerdan de la ministra Narbona? Pretendió llenar España de desaladoras, de haber prosperado su «idea» se hubiese cargado el litoral... Como en el caso del cuerpo humano, si uno tiene gangrena en una pierna, pongamos por caso, el resto se verá afectado de una u otra manera: la Tierra es una e indivisible, lo que se sucede en un área afecta al todo. Lo cual significa que o se eliminan las centrales nucleares en todo el planeta y dejamos de producir residuos radiactivos, y buscamos una alternativa más segura, sana, eficaz y barata (si es que la hay), o más nos vale insistir en que las centrales que se construyan sean cien por cien seguras, y que las que ya existen estén bien supervisadas a prueba de fallos humanos. Como ciudadana, digo «sí a la energía nuclear, al progreso, a la oportunidad de crear puestos de trabajo». Respecto de pagar un pastón de más en el recibo de la luz porque se le antoje al gobernante de turno, digo: «No, gracias».