Irene Villa

Nunca es tarde

La Razón
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En pleno momento de dar un hermanito a mis dos hijos, reflexiono acerca de la responsabilidad que tenemos los padres sobre la buena relación entre hermanos. Lejos de fomentar los celos hemos de crear un clima de amor, armonía, generosidad y alegría que favorezca una eterna e indestructible buena relación. Comparar sus capacidades sólo agudiza sus diferencias y perpetúa un posible abismo entre hermanos. Por supuesto que hay que liberarles de etiquetas que puedan condicionarles de por vida. Los primeros meses del bebé son la clave para el desarrollo de su autoestima y su seguridad. A través del amor que se da con caricias, cariño, apretujándolo, proporcionándole todas las atenciones y la ternura capaces de cubrir sus necesidades básicas, le damos la llave de una vida segura, porque un niño no amado reclamará amor toda su vida y lo más peligroso es que siempre se va a sentir vacío. Le faltará esa seguridad interior que el niño amado va a tener y le va a dar alas para afrontar diferentes etapas y evolución con coraje y la vitalidad necesaria para explorar el mundo exterior. El cariño y las atenciones que tanto los padres como el entorno nos ofrezcan son fundamentales. Pero hay corrientes que afirman que para ayudar a un niño a emprender un recorrido mejor, primero hay que solucionar diferentes «nudos centrales de nuestra vida», causados por historias sin resolver, abandonos, engaños, desencantos, decepciones, necesidades afectivas, desamores... La falta de amor en los primeros meses hace que el niño reclame esa etapa de bebé que no pueda vivir o que se le ha negado y necesita más brazos, una atención permanente, exclusividad y disponibilidad plena. Como dije a nuestro primer hijo, Carlos, en mi primera novela: Éste es nuestro legado. Ni joyas, ni enseres que despierten posesión, dependencia o envidias (...) amor –el motor de todo– porque sólo de la felicidad puede brotar el éxito. No tengas miedo a equivocarte, porque a veces es el único camino, y nunca dejes de intentarlo, porque nunca es demasiado tarde.