Ely del Valle
Órdago a la grande
Adelantar elecciones cuando no existe la certeza de conseguir una mayoría absoluta y sin la muleta de un socio fiable que apuntale una posible escasez de votos, es muy arriesgado. Susana lo sabe y aun así ha decidido tirarse a la piscina, no vaya a ser que cubito a cubito Podemos se vaya llevando el agua y de aquí a un año el electorado le haga un «syrizazo» que la deje convertida en una anécdota. No es cuestión de valentía sino de huida hacia adelante sobre un terreno minado por el escándalo de los ERE, la jibarización de un PSOE que empieza a remojarse las barbas viendo cómo se han quedado las del Pasok en Grecia y el desgaste de un Gobierno que ya es casi dinástico por aquello de que pasa de unos a otros en herencia al margen de las urnas.
Susana cuenta todavía a su favor con la imagen de mujer fuerte capaz de poner o quitar secretarios generales, pero sabe que hay leyendas que se desmoronan en cuanto se les hurga medio centímetro bajo los pies, y los suyos se asientan sobre un suelo de arenas movedizas quebrado, entre otras cosas, por un paro que duplica la media nacional.
Desconocemos los cálculos electorales que ha hecho la que algunos han proclamado madre superiora de los socialistas, pero teniendo en cuenta el panorama, conseguir una mayoría suficiente para poder gobernar, esta vez sin el apoyo de IU, se perfila como una posibilidad complicada. La decisión de recolocar a los ex consejeros imputados por los ERE en la peana de la Diputación Permanente del Parlamento tampoco parece que le vaya a dar un plus de popularidad. Ella, sin embargo, se ha echado para adelante confiando, seguramente, en la fidelidad casi genética de sus paisanos hacia el PSOE y en la inanidad del candidato del PP. En menos de dos meses sabremos si el órdago le sale redondo o cuadrado.
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