Crisis en el PSOE
Otra vez de marrón
Corre el rumor de que el diputado Sánchez podría estar pensando en dimitir antes de la votación de mañana para no tener que elegir entre la humillación de tragarse su famoso «no», dejando en evidencia a los que se saltarán la disciplina de voto en su nombre, o ser él mismo quien la rompa, convirtiéndose automáticamente en un «outsider» o en alguien incapacitado para aspirar a ser de nuevo el secretario general de un partido al que ha despreciado públicamente no reconociendo la autoridad de su Comité Federal.
En principio, el runrún casaría bien con el personaje. Sólo haciendo un mutis barnizado de dignidad y coherencia ideológica podría seguir teniendo el predicamento suficiente para hacerse un MacArthur y volver al ataque después de la derrota. Sin embargo, renunciando a su escaño renuncia también a su principal baza frente a otros competidores como Susana, Borrell o García-Page, que es precisamente tener un escaño. Además quedaría en desventaja frente a otro nombre que suena fuerte y que no es otro que el de Patxi López, que desde que cató y no pudo disfrutar las mieles de la presidencia del Congreso parece que anda también dándole vueltas a lo de postularse.
Si Sánchez se queda, tendrá que retratarse, y si se va, el mensaje implícito que estará mandando a los suyos es el de que, antes de desobedecer al Comité, hagan lo mismo, que es lo que en el fondo está deseando la gestora que le puso en la calle.
Del Zapatero de la primera legislatura se decía que tenía baraka; de Sánchez lo único que se puede decir es que se ha visto obligado por voluntad propia a elegir permanentemente entre dos marrones. Es cuestión de horas que sepamos la decisión que toma para solventar el último.
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