Ramón Sarmiento

Otra vez «género»

Mi felicitación a la capitana Ana León por haber declarado que «El tenis es tenis, no tiene género». Hubiera acertado plenamente si, refiriéndose a las personas integrantes del equipo, hubiera dicho «sexo», porque la palabra «tenis» tiene género: es un sustantivo masculino. Para designar la condición orgánica, biológica, por la cual los seres vivos son masculinos o femeninos, debe emplearse el término «sexo». La polémica persistirá. Ya en la Antigüedad los griegos intuyeron afinidades secretas entre las cosas y sus nombres. Para ellos, pronunciarlas equivalía a evocar lo nombrado con todas sus cualidades esenciales. Los nombres cobraban así el mismo valor de las cosas. «¿Qué poder tienen para nosotros los nombres?», se preguntó Platón en su diálogo «Cratilo». La respuesta que se dio fue clara y contundente: «Quien sabe los nombres sabe las cosas». Esta concepción de que las palabras están motivadas en su origen por la relación de semejanza entre la realidad y sus nombres dio paso a otra que concebía las palabras como signos convencionales sin relación alguna con las cosas nombradas.

Y aquí tenemos reproducida la vieja disputa en la versión moderna de lenguaje de género para unos y de lenguaje de sexista para otros. De una parte, están quienes piensan que por las palabras se puede cambiar la realidad; de otra, quienes sostienen que es la realidad la que cambia las palabras. No soy tan optimista sobre la conciliación como mi admirado Álex Grijelmo. La historia lingüística prueba que son dos formas irreconciliables, y ya lo advirtió Sócrates: o las palabras significan por naturaleza o significan por convención. Lo deplorable es que los estudios feministas estén contribuyendo a difundir en español el término «género» (ingl. gender) con un sentido técnico específico. Pues, en la teoría feminista, con la voz «sexo» se designa una categoría meramente orgánica, biológica, mientras que con el término «género» se alude a una categoría sociocultural que implica diferencias o desigualdades de índole social, económica, política, laboral, etc. Como escribió Horacio, «Ad huc sub iudice lis est»: la causa está aún en poder del juez, que es el uso.