Alfonso Ussía
Para ellos
Hoy, ni una rendija a la broma. Para ellos, los guardias civiles. Para los tres últimos héroes, para todos los que visten el uniforme verde. Para sus familias, que también forman parte fundamental, cimiento humilde, de la grandeza de la Institución benemérita. No me voy a ocupar del desagradable individuo del que dicen es alcalde del Coronil. Sólo dos líneas para el tipejo. No para él. Se las dirijo a Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía. Ignoro los mecanismos legales del funcionamiento interno del PSOE. Este desalmado ha vejado mediante la calumnia y la mentira a la Guardia Civil. Es miembro de la Ejecutiva del PSOE andaluz. ¿Lo va a mantener en su lugar? Me olvido del pobre hombre, primera víctima de sus odios.
«Quiero agradecer que, afortunadamente , entre nosotros tenemos gente como ellos». Lo ha dicho el deportista rescatado a cambio de tres vidas en las montañas de León. «Una parte de mí estaba ya dentro del helicóptero. Un brazo me lo agarraba uno de los agentes que falleció, y el otro, el guardia civil que me salvó la vida al tirar de mí hacia la ladera cuando se produjo el choque de las aspas. Después, puso su cuerpo encima del mío para protegerme». Señora Presidenta de Andalucía. Envíele este testimonio a ese fantoche.
Sólo durante el pasado año, tres mil doscientas personas han sido rescatadas en las montañas españolas por la Guardia Civil. De ellas, dos mil doscientas resultaron ilesas, casi quinientas, con heridas de diferente gravedad, y se recuperaron un centenar de cuerpos sin vida. En las tareas de salvamento, de ayuda sin reservas, han perdido la vida catorce guardias civiles. Señora Presidenta de Andalucía. Una llamadita y recuérdele a su alcaldito preferido estos datos. Y al final, de mi parte, dígale que si él hubiera necesitado la ayuda de un guardia civil para salvar su vida, el guardia civil habría dado sin titubear la suya por rescatar a quien más cobarde y groseramente le ha calumniado. Sin esperar de él ni un apretón de manos en señal de gratitud. No sería la primera vez. Más de un montañero de los entornos etarras ha lamentado la terrible experiencia de salvar su vida gracias a la entrega de la Guardia Civil. Es lógico, No puede resultar agradable ser rescatado por un compañero de los centenares de guardias civiles asesinados por el terrorismo etarra. Señora Presidenta: Usted convive diariamente con quienes protegen su integridad. Quizá haya percibido que esta mañana, al cuadrarse los guardias civiles ante usted para ofrecerle el respeto del saludo, en la mirada de ellos se adivinaba la tristeza. Reconozca que se trata de una pesadumbre lógica. No sólo por la muerte de tres de sus compañeros en un heroica acción de servicio, sino por los insultos gratuítos y el documento falso colgado en las redes sociales por ese personajillo que no merece seguir formando parte de su partido. Llámelo y cuéntele lo de las miradas.
La Guardia Civil y la Policía Nacional soportan el enorme peso de la ingratitud y el desprecio de quienes siempre están dispuestos a proteger al delincuente y acusar a los defensores del orden, y de la paz, y de la convivencia en la calle, y de la protección de las vidas de los españoles, y de sus propiedades, bienes y demás derechos que los amigos del delito desean suprimir. La Guardia Civil, además de montañeros perdidos y en muchas ocasiones, osados e irresponsables, salvan la vida todos los años a miles de inmigrantes a un paso de ser tragados por el mar. Alguno de esos guardias civiles ha adoptado a un niño superviviente que hoy es uno más de la familia. Esos guardias civiles inventados por un director de cine sesgado y tonto; esos guardias civiles que supuestamente fusilaban con su correaje de gala a unos pobres ciudadanos indefensos que después de ser fusilados recibieron su correspondiente salario de actores del montón; esos guardias civiles están dispuestos a morir todos los días por salvar la vida de quienes mas los desprecian. Y después de una vida dedicada, cuando no entregada a los demás, se jubilan con una pensión –digáselo, señora Presidenta–, infintamente más modesta que la que percibe un tipo como el que ustedes tienen en El Coronil.
Hoy renuevo mi admiración profunda por la Guardia Civil, sus hombres y sus mujeres. Y espero olvidar para siempre a los desalmados que los humillan y los desprecian. Mi respeto, gratitud y amor, para ellos, los de verde. Los vivos y los muertos.
Espero su reacción, señora Presidenta.
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