Crisis del PSOE
Para septeimbre
La única posibilidad de desahogo del PSOE es suspender a Rajoy la primera convocatoria y dejársela para septiembre. Si se apela a la razón, al sentido común y se hacen cuentas, el Gobierno popular aparece como inevitable. Las posibles mayorías que dejó el superado 20-D fueron castradas por el Comité Federal. Así que tras el 26-J solo puede aplazar ese Gobierno sin arriesgarse a aparecer como un coágulo democrático. Tendrá que pasar del teatro, de la escenificación, de ese «noooooo» rotundo y sonoro contestado al unísono, al «quizás, quizás, quizás». Como no se pueden salir de la lista del Karaoke que marcan los resultados electorales, la única decisión que tienen que tomar es el «cuándo» y «cómo lo dicen en casa». La decisión para que no sea traumática tiene que tener una narrativa por fascículos con la que «vestir el muñeco». Así que como apunta Toni Bolaño, periodista de rosaleda que avista el pulgón a la legua, «de entrada, NO», ahora que tenemos a Alvargonzález de número tres de la OTAN. Este juego de los tiempos en Ferraz y territorios conquistados es el que puede permitir que se ensanchen y refuercen los cimientos ante lo que está por llegar: la oposición. La figura del «jefe de la oposición» más allá del bipartidismo es una figura que hay que «reinventar», moldear y crear. A ese estatus tiene que aspirar decididamente el PSOE, en dura pugna con Pablo Iglesias. El líder de Podemos, en cuanto salga del letargo de la conmoción, va a cargar de veneno el colmillo y va a volver a su «yo» más agresivo porque en esta operación se juega mantener más o menos unidas confluencias, coaliciones y afluentes y dotar de músculo lo que ahora son corrientes nerviosas y algún espasmo. Este horizonte de la «izquierda en construcción» puede dejarnos algún hito importante, como la figura del presidente del Congreso. No sé si será un «Patxi toma 2» pero que la tercera autoridad del Estado pueda ser blandida como premio de consolación ayudará a la digestión socialista. Es tiempo de «almax» y de discurso político, de decidir qué quieren ser de mayores y que en ese debate no se abra el partido en canal. Por eso es esencial que el PSC controle sus instintos y no vuelva al «prodigio tóxico» del derecho a decidir. Cunde la sensación de que el socialismo catalán solo se mueve por el control de esa pulsión y es precisamente ese monte al que tira irremediablemente en el que pierde sacos de votos. Será como la fábula del escorpión y la rana, puede que esté en su condición, pero así el Rubicón ni se pasa ni se surfea.
✕
Accede a tu cuenta para comentar