Elecciones Generales 2016
Paréntesis hasta el 25-S
Pedro Sánchez salió anoche del Congreso con el intento fallido de Mariano Rajoy de ser investido presidente bajo el brazo. Ya no pasará a la historia como el único candidato que no fue investido. Una victoria pírrica, sí, más aún si tenemos en cuenta cómo ha sido percibida por la opinión pública. Ahora bien, probablemente suficiente para seguir abrigado al frente del PSOE. Así lo ha manifestado orgulloso su secretario general, que considera sale reforzado ante su militancia tras mantener su «no es no» al PP. Desde luego, los barones de su partido que aventuraron un giro de su jefe de filas ya tienen claro que eso no va a suceder. Siguen siendo el escollo en lugar de estar en la solución.
«¡A ver quién se atreve a cometer el error de subestimarlo!», avisa un miembro de la dirección socialista. A partir de ahora, señala otro diputado del PSOE, Sánchez «puede blandir esa derrota de Rajoy». Por más que siga sin desvelar qué cartas guarda en la bocamanga para salir del atolladero político en el que él mismo se ha metido al pregonar con idéntica contundencia el no a Rajoy y el no a unas terceras elecciones. Aunque amenace. Y no parece sencillo que antes de las autonómicas vascas y gallegas del 25-S deje de ser un hombre inescrutable, lo que lógicamente está llenando España de rumores sobre sus siguientes pasos.
Cierto: no hay cenáculo capitalino en el que no se escuchen temores o esperanzas sobre las futuras andanzas del líder socialista. Y más subirá el tono. Porque, en política, dos meses (con el reloj en marcha de aquí al 31 de octubre para una nueva cita con las urnas), y más en la «democracia de audiencia» que vivimos, son eternos. En el horizonte, además de apoyos periféricos, más o menos raros, de Sánchez abrazado a Podemos y contando con la increíble abstención de C’s, emerge ahora incontenible la exigencia de la cabeza de Rajoy. Sin duda, más bien parece un intento para desviar del PSOE al PP la atención y la presión. Y aunque no parece fácil que Sánchez se deslice por ese camino, otros ilustres socialistas como Margarita Robles, Jordi Sevilla o el mismísimo Felipe González ya están haciendo de peones de brega en una plaza en la que saben que jamás van a lidiar los populares. Hasta Albert Rivera se sumó anoche a cortar políticamente la cabeza de Rajoy.
Mientras, en la otra orilla, el PP tiene su vista en Galicia. Piensan importantes populares que en esas elecciones autonómicas va a ser donde el líder socialista compruebe con crueldad la diferencia que hay entre la opinión de los militantes y la de los votantes. Dan por hecho que la posición de bloqueo institucional del PSOE, sin permitir gobernar a Rajoy pese a haber ganado dos veces las elecciones y sin aportar alternativa alguna, será castigada severamente por los electores socialistas moderados: o bien con su abstención o bien, incluso, apoyando a un candidato moderado, casi sin aristas ideológicas, como Alberto Núñez Feijóo, que necesita la mayoría absoluta si no desea ser apartado de la Xunta por un «todos contra el PP». En el cuartel general de los populares se concluye que un «porrazo» electoral del candidato gallego de Sánchez pondría a los barones socialistas ante la disyuntiva de exigir a su líder que permita a Rajoy gobernar en minoría para no arriesgarse a unas terceras elecciones en las que peligraría la misma existencia del PSOE.
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