Papel

Perversos

No debemos olvidar que existen pervertidos cuando se trata de educar a los hijos. La sociedad fomenta la perversión en lugar de educar al inocente. Actualmente, todo se sexualiza. Se ha normalizado «el sexo con todo», ya sea para anunciar perfumes, mayonesa, chocolate, yogures o compresas. En Perú, por ejemplo, existen programas de televisión donde los niños se interrelacionan dentro de un contexto sexualizado. Es lo que tiene la telebasura. Las series juveniles y las no tan juveniles muestran actitudes y discursos adultos cuando, en verdad, los protagonistas son niños. Si a un niño se le enseña que existen peligros, cuáles son y cómo defenderse o prevenirse de ellos, cuando vea a un pedófilo lo reconocerá a la legua. Empero, si se le deja a su aire y se permite que le eduque la televisión porque los padres están ocupados en otros menesteres que excluyen el educar a su progenie, tenemos potenciales víctimas de perversos. La inocencia no ve la maldad, excepto cuando se le enseña a reconocerla. Por eso, la televisión debería respetar el horario infantil, los padres no deberían permitir que sus hijos consuman sexo a todas horas, y el resto no debería mirar hacia otro lado. Una cosa es la sexualidad sana y otro el putiferio, y la telebasura confunde la mente de los menores y no tan menores. Mejor que lamentarnos, prevenir y corregir las disfuncionalidades derivadas de una sociedad desestructurada que ignora los valores y fomenta la estupidez en el ser humano. Un niño vejado sexualmente es un ángel al que se le arrancan las alas. Enseñémosles a detectar al malo, y a desnormalizar los comportamientos sexualizados. Al igual que una casa, para que un niño se convierta en un adulto psicológicamente sano, debe tener unos buenos cimientos emocionales apoyados en sólidos valores (amor, dignidad, respeto, sentido común...). Si a Caperucita, su madre y su abuela la hubiesen prevenido y enseñado a cuidar de sí misma, al toparse con el lobo no sólo lo hubiese reconocido, sino que además le hubiese dado una patada en los cataplines.