Agustín de Grado

Pobres de nosotros...

El PSOE está desconcertado. No entiende tanto desafecto cuando encarna todo lo bueno que nos ha pasado y también lo que nos queda por disfrutar. «Ningún avance social experimentado por la humanidad puede ser explicado sin la participación directa o la influencia decisiva de los socialdemócratas», leo en su ponencia política. Y, sin rubor alguno, citan, entre otros ejemplos, la abolición de la esclavitud, que como todo el mundo sabe fue obra de un socialista llamado Abraham Lincoln, fundador del Partido Republicano, sí, esa formación ultra y de gatillo fácil que agrupa a la derecha norteamericana.

Con esta capacidad de autocrítica celebran los socialistas este fin de semana una conferencia para actualizar su ideario y recuperar la confianza de los españoles. Como su gestión de la crisis es reciente, está en la memoria viva de todos y no puede ser manipulada con la reescritura del pasado, la ponencia cede un par de paginitas a reconocer errores limitados a «la falta de convicción y explicaciones de las medidas adoptadas» entonces.

Vamos, que congelar las pensiones y bajar el sueldo a los funcionarios por primera vez en la historia fue necesario, aunque mal comunicado, cuando el PSOE gobernaba, pero es intolerable si, con el PSOE en la oposición, otros revalorizan las pensiones un 0,25 en vez de congelarlas y los sueldos públicos no suben en lugar de reducirse.

Es la celda que atrapa al PSOE: su falta de credibilidad. De ahí no se escapa con 400 páginas de verborrea buenista. Por mucho que desde su engreída atalaya moral nos amenacen con el fuego eterno de «un mundo que sería peor sin el poder transformador de la socialdemocracia». Pobres de nosotros...