Martín Prieto

Podemos no puede

Desde que hace 33 años se constituyó en autonomía, Andalucía es gobernada por los socialistas, en solitario o con socorro testimonial. Pero algo tendrá el agua cuando la bendicen. Esta campaña ha parecido de fin de mileno, como si en ella se oficiara la muerte del bipartidismo. La única sorpresa que podrían deparar estos comicios hubiera sido el triunfo del PP y de una alternancia, pero seguimos en las mismas. El pleito de Susana con IU fue artificioso y no tendrá ahora un gobierno más sólido que el precedente, y a la postre solo los que asan la manteca convocan elecciones anticipadas sin garantías de triunfo arrollador. Esta votación se ha dado con el trío estable (PP, PSOE, IU) ampliado al sexteto con Podemos, Ciudadanos y UPyD, nuevos en esta plaza. Dos debutantes han robado sufragios a los clásicos pero ninguno podrá alardear en esta capea de haber abierto brecha en el tan repentinamente denostado bipartidismo imperfecto, tan mejorable, pero que ha permitido que los españoles no juguemos a aprendices de brujos y hagamos los experimentos con gaseosa. UPyD marra hasta en la cacofonía de sus siglas y la vieja socialista Rosa Díez no es más que voluntarismo. Ciudadanos, por la derecha, recuerda aquella «Operación Roca», y sigue sonando en catalán. Y los «podemitas» no han podido meter la cuña entre PSOE y PP, quedándose en una tercera posición que no les augura enterrar el bipartidismo en noviembre. Se les está votando como el que se pega un tiro en un pie. Constatando que Podemos no puede, merecen atención los resultados del Partido Popular. No se debe permanecer impávido cuando se pierden medio millón de votos en el segundo territorio español. Pedro Arriola, «monje negro» del PP será un arúspice pero nadie trabaja con una sola estrategia, y algunos dirigentes del partido parecen tomarse con frivolidad ese decisivo año electoral. Nada es trasladable, salvo los muebles, pero el PP ha de aprender algo de las urnas andaluzas.