José Antonio Álvarez Gundín
Por qué nos espían
Por supuesto, Estados Unidos nos espía por nuestro bien. Sería impensable que Obama consintiera en que la NSA espiara a Zapatero y a Rajoy si no fuera para protegernos de ambos. De hecho, el presidente americano está muy preocupado por la estabilidad económica de España, razón por la cual sus sabuesos han rastreado hasta 60 millones de llamadas telefónicas al mes desde hace tiempo. El resultado de las escuchas es, al parecer, de una contundencia inapelable: España padece una seria crisis económica. Si no es por Obama, ni nos enteramos. Para que luego le critiquen algunos españoles, cuatro pelagatos de derechas, por su extraña manera de defender las libertades y los derechos humanos. Es cierto que a veces se le ha ido la mano, que no ha cerrado la prisión de Guantánamo, que disgustó al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo cuando ultimó a Bin Laden sin preguntar la hora, que aún no le ha cogido el punto a los «drones» cuando bombardean a todo lo que se mueve... Son pequeños lunares que no afean ni desmerecen a un presidente progresista, cuyos desvelos por España le han obligado a pinchar algunos teléfonos. Como es probable estadísticamente que yo también haya sido espiado (tocamos a casi dos llamadas intervenidas por español y mes), ya advierto de que no pienso demandar a Obama ni solicitar amparo a Estrasburgo; que me espíe todo lo que quiera, que es por mi bien. La única duda que tengo es si toda esta tupida red de espionaje no fue ideada por George W. Bush. Y por ahí sí que no paso: si se confirma que es una herencia envenenada a la que Obama no ha podido renunciar, hay que denunciarla ya como una intolerable tropelía que viola los más elementales derechos de las personas. Hasta ahí podíamos llegar.
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