Alfonso Merlos

Primavera roja

Los de siempre y en lo de siempre. El poder o el caos. Da igual que España esté emprendiendo un proceso paulatino y al tiempo imparable y al tiempo irremediablemente lento de recuperación. Es en lo que estamos. Vamos en la buena dirección. Pero hay que hacer descarrilar la marcha del tren. Porque el maquinista es de la derecha. Y porque, de acuerdo con estos nostálgicos de Lenin, todo lo que no represente a la izquierda auténtica no tiene derecho a gobernar, ni sacar adelante un programa, ni defender el interés general. ¡Por favor!

No. No hace falta ser un lince para vislumbrar que estamos ante el inicio de una primavera roja. No porque estemos en el momento cumbre de las políticas de ajustes y recortes. No porque estemos ante el error tras el error en las políticas del Partido Popular. Simplemente porque ha llegado el buen tiempo. Sí. Y evidentemente porque entramos en fase indefectiblemente preelectoral y hay que procurar por todos los medios la debacle de las huestes de Rajoy.

Este fin de semana está marcando el inicio de una cadena de concentraciones, manifestaciones, sublevaciones, algaradas de toda índole en las que lo de menos será conocer y pretender revertir la marcha del país. Lo de más será buscar el desgaste, el acoso y derribo, la operación de subversión por las malas o por las malas.

Seamos serios. Quienes están patroneando o siendo llevados del ronzal para cercar hoy sedes del PP, mañana el Santiago Bernabéu y pasado vaya usted a saber qué edificio o monumento no están jugando limpio, hierran en el diagnóstico de lo que ocurre y se van a estrellar contra un infranqueable muro. El que con toda probabilidad marcarán los españoles y los europeos entre el 22 y el 25 de mayo. Al tiempo. No queda nada.