Las correcciones
Una Europa XXL contra los autoritarismos
La UE debe ampliarse para contrarrestar las políticas expansionistas de Putin y Xi
La UE celebró ayer el Día de Europa a un mes de las elecciones al Parlamento Europeo con las que se abrirá un nuevo capítulo en este periodo turbulento de la Historia y en el que una cuestión sobresale por encima de todas las demás: el tabú de la ampliación. Hay quienes sostienen que la campaña de las elecciones europeas tienen siempre algo de fantasía pues son, sobre todo, elecciones nacionales. Pero al margen de las cuestiones internas que pueden decantar el voto en una u otra dirección, en esta ocasión, el próximo 9 de junio los europeos decidiremos si somos partidarios de mantener el statu quo a 27 o apostamos por una ampliación a 36 (37, si contamos con Turquía, aunque Erdogan ha sido el gran enemigo de la candidatura turca con sus aires y maneras de sultán).
A finales de diciembre de 2023, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien aspira a una reelección, respaldó las solicitudes de adhesión de Ucrania, Moldavia y Georgia. Éstas se suman a las abiertas en 1999 con Turquía y 2003 con Serbia, Montenegro, Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Macedonia del Norte y Albania. Esta Europa XXL de 36 Estados miembros será el horizonte geopolítico que deberán debatir los futuros miembros de la Unión Europea. El presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, se atrevió a poner una fecha a la ampliación: 2030. Von der Leyen, consciente de las ampollas que levanta en algunos Estado, evita los plazos. La invasión ilegal de Rusia en Ucrania abrió los ojos a la UE. La incursión militar rusa no se entiende sin las revueltas proeuropeas de 2014, en las que los ucranianos derribaron al gobierno prorruso de Viktor Yanukovich, para exigir un país democrático y homologable con la Unión. El presidente ruso, Vladimir Putin, entendió que una Ucrania europea suponía una amenaza existencial para su cleptocracia y diseñó una guerra larga en múltiples fases 2014, primero, y 2022, después. Tras dos años de fieros combates, los ucranianos de Madrid reiteraron ayer su deseo de entrar en el club comunitario en una manifestación en la Glorieta de San Vicente. Apelaron a la lucha común por la democracia y contra los autoritarismos. Mientras Putin no respete la soberanía nacional, a Europa no le quedará más remedio que defenderse.
La ampliación es un desafío mayúsculo, pero la política expansionista de Putin (si obtiene una victoria en Ucrania pocos creen que se vaya a detener allí) y el viaje reciente del presidente chino, Xi Jinping, a Serbia y Hungría muestran el indisimulado deseo de las autocracias de extender su poder e influencia en el viejo continente.
Los europeístas de Bruselas se encuentran en un dilema porque como dice el refrán: «quien mucho abarca, poco aprieta». Pero la ampliación no puede ser una solución para evitar el caos, porque como advierten sus detractores, se puede correr el riesgo de conseguir las dos cosas, ampliación y caos, debe ser una apuesta estratégica y decidida como la que hizo el ministro de Exteriores francés, Robert Schuman, el 9 de mayo de 1950. La primera ampliación al Este fue la respuesta al fin de la URSS, la segunda al Sureste, debía ser la respuesta a diez años de guerra en los Balcanes, y la tercera, al Este es de nuevo una respuesta a la guerra. La Unión Europea se ha construido a base de crisis. Es su sino.
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