Debate de investidura

Puentes al revés

La Razón
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Recorriendo la Patagonia di en un entrevero en aquellas soledades azotadas por vientos horrísonos de la cordillera andina y que no cejan jamás. Ya estaba bajo los efectos del vértigo horizontal creyendo que me despeñaría al final de la última recta infinita cuando topé con un río y una torrentera salvables por sendos puentes de hierro. Sobre el cauce navegable se tendía un sólido puente fijo y sobre la torrentera, impracticable para una barca de remos, lucía esplendoroso un arco levadizo. Me explicaron que aquel fomento era una buena voluntad de Buenos Aires, pero llegadas las piezas al lugar la Armada reclamó para sí la instalación ya que las costas y las vías fluviales corresponden a la Fuerza Naval que mantiene destacamentos de infantería de marina en las estribaciones andinas. Los marinos colocaron los puentes al revés y una vez acabada la changa dijeron que era muy costoso desmontarlos y ponerlos por su orden con lo que aquellos extraños puentes patagónicos quedaron como monumento férreo a la idiocia. Ya se sabe la observación del pato patagónico: una pisada, una cagada; otra pisada, otra cagada. Hoy es legítima la sensación de estar atravesando una Patagonia política, incluidos el vértigo horizontal y el omnipresente pato escatológico, porque toda la información a que tiene acceso el ciudadano es inextricable y parece provenir más de la magia que del empirismo. ¿Qué pretende Sánchez con esa ronda de contactos no presentándose para nada? Suena a que está haciendo doblete a las consultas del Rey. La espera patagónica a que se celebren las elecciones vascas y gallegas es un canto a la dilación y a que talle el tiempo porque de esos resultados no puede salir la cuadratura de este círculo. Que las señoritas Rita Maestre y Tania Sánchez se alcen con Podemos en Madrid, ¿cambiará la condición humana? Si se calla Iceta, ¿volverá el seny? Y la confusión de los sentidos en la Patagonia sí explica lo de Soria como desmayo psicológico y pérdida de la carta de marear. Todo es el principio: Gobierno de Rajoy, con abstenciones socialistas a cambio de las medidas que puedan acordar PP y PSOE. No es tan raro ese tacto de codos, no es contra natura. Para la formación de la tercera gran coalición alemana el líder socialdemócrata, Franz Munteferine, exigió subir el salario mínimo, la vicecancillería y la cartera de Trabajo. Angela Merkel hace años que colocó los puentes.