Andalucía
Pues va a ser que estamos mal
Las elecciones andaluzas han movido los cimientos del PSOE. El núcleo más duro de la dirección federal está intentando, por todas las vías posibles, endosar la responsabilidad en el debe de Susana Díaz, pero, a día de hoy, todos sabemos que la posición del gobierno ante el independentismo catalán y la radicalización del discurso en algunos temas que no eran la prioridad inmediata de los ciudadanos, han pasado factura.
Una vez enfriados los ánimos, a nadie se le escapa que, si hubiese elecciones mañana, el PSOE podría tener dificultades. La segunda es que no son departamentos estancos la política nacional y la política autonómica, muy al contrario, la primera influye y determina lo que sucede en la segunda.
El objetivo interno que tiene la dirección federal del PSOE es el control total y absoluto, a costa de interpretar interesadamente la realidad hasta obtener los argumentos que le puedan servir para conseguir liquidar adversarios internos. Pero, por otra parte, no pierde de vista la verdad y ha empezado a cambiar su posición respecto a los temas que le han dañado.
Es evidente en los últimos días, y mucho más probable en las próximas semanas, el viraje con el endurecimiento del discurso político frente al separatismo catalán.
Algunos consideran que no es tan malo perder poder local. Si en las elecciones de mayo algunos territorios corriesen la misma suerte, tendría una parte positiva que sería la caída de aquellos “barones” que ocuparon la trinchera interna contraria a Pedro Sánchez.
Claro que si se prevé caída, es mejor no hacer un superdomingo electoral en mayo, porque cuando la marea baja, todos los barcos encallan y la caída más sonada sería la del liderazgo nacional.
Esta semana el presidente se reunió con dirigentes del PSOE de los territorios en los que no gobierna. No es habitual que no se reúna primero o al menos a la vez con aquellos que presiden sus comunidades, pero los que están en oposición son los más débiles en términos orgánicos y es difícil que confronten con el líder.
El presidente les ha trazado la hoja de ruta en la que ha avanzado que terminará la legislatura. Es decir, que van solos a las elecciones autonómicas y municipales. Si les va bien, mejor para Ferraz, si les va mal habrá que depurarles. Si el resultado en Andalucía hubiera sido una victoria más contundente, probablemente las elecciones generales se adelantarían, pero Pedro Sánchez ha optado por el viejo refrán que dice aquello de “en tiempos de tribulación no hacer mudanza”.
La jugada del líder socialista no debe coger desprevenido a nadie, siempre ha considerado que lo mejor para el PSOE era gobernar España, incluso a costa de gobernar en las Comunidades Autónomas y en los Ayuntamientos.
El problema es que es posible que el cálculo esté equivocado. Zapatero inició su discurso en el congreso que ganó el liderazgo socialista con aquel histórico “no estamos tan mal”. Se refería a que el PSOE gobernaba en muchas ciudades y pueblos y en Comunidades Autónomas muy importantes. Esa fue la base de la victoria del año 2004.
Si al PSOE no le va bien en mayo, Pedro Sánchez no podrá decir que la situación no es mala, ni tampoco que a él le vaya a ir mejor. Quién gobierne las ciudades más importantes y las principales Comunidades Autónomas, tendrá varios cuerpos de ventaja, porque intentar ganar en un mapa donde todas las banderas son del adversario es imposible.
Además, ni qué decir tiene que aquellos que puedan verse derrotados como consecuencia de las políticas de otros, dejarán de formar parte del club de fans.
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