Crisis económica

¿Qué crisis?

La Razón
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¿Crisis? ¿Qué crisis? Es cierto que en 2008 ocurrió algo incierto a escala mundial, pero también pudieron ser aspavientos de Mario Draghi, al que le gusta dramatizar como buen italiano. «Lehman Brothers» parece el título de la enésima película sobre Wall Street. Y entre nosotros quedan los quebrantos, pero ninguna lección aprovechada de aquellos sucesos ominosos. Ninguno de los tres tenores (Sánchez, Iglesias, Rivera) ha encontrado momento para analizar aquella conjunción de los astros en que reventaron a la vez la burbuja inmobiliaria y la financiera con paquetes de hipotecas basura inundando los mercados. Sólo Rajoy, en el bis electoral, ha reclamado su tiempo de descuento recordando su negativa empecinada al rescate de España y su pérdida de soberanía económica cuando jefes socialistas daban por inevitable y hasta beneficioso la llegada de los hombres de negro a Madrid. ZP fue el único presidente que no vio la crisis y en rueda de Prensa televisada afirmó: «Eso que ustedes llaman crisis no es más que una leve desaceleración de la economía mundial que no nos afectara porque tenemos el mejor sistema financiero del mundo». Y quedóse tan ancho. Le telefonearon desde Merkel a Obama, pasando por el primer ministro chino, aterrados ante la pasividad suicida del español que cuando entendió que caía agua vinieron las lluvias de Ranchipur que nos arrastraron en riada hasta el cantil del precipicio. Eso que los tenores olvidan explica nuestra postración y ha de tenerse en cuenta para gobernar. Estas catástrofes financieras, que son cíclicas, están historiadas desde la crisis de los tulipanes en Holanda en 1637, y dan una media de duración de 10 años, con alguna réplica final como los malos seísmos. Gobernando con prudencia y buena caligrafía estaríamos saliendo de cuentas para el 2018 en el mejor de los casos. Si llega a gobernar, aunque sea tangencialmente, este frente popular de unos comunistas con otros comunistas, nos despertaremos en el 2008, como en el día de la marmota. Y mientras los aspirantes a becarios en el aparato del Estado echan sus cuentas de la lechera derramando gasto público y prestos a sangrar a los ricos como si tuviéramos muchos, las réplicas de la crisis que nunca existió (tal parece) llevan tiempo haciéndose notar: el barril de petróleo por los suelos (mal síntoma aunque nos beneficie), la caída de los precios de las materias primas y el estancamiento chino. Con la economía enfriándose los hay que insisten en poner el carro delante de los caballos.