Gaspar Rosety
Real Sporting de Gijón
Han pasado algunos días desde que se inició el campeonato de Liga y pocos han sabido ver el mérito de un equipo recién ascendido a Primera División ante un rival que ha ganado diez Copas de Europa. Incluso, se ha censurado el empate del Real Madrid en El Molinón, como si fuese obligado ganar todos los partidos sin considerar al contrario. El mejor club de la historia confecciona plantillas irrepetibles, del mismo modo que Los Angeles Lakers, y ello, en cambio, no permite exigir victorias permanentes.
El enorme mérito del Sporting de Gijón, ciudad y gentes por las que siento verdadera devoción, no puede empañarse con una actuación relativa de las superestrellas del Real Madrid sino, al contrario, deben reconocerse un excelente planteamiento y desarrollo táctico de los asturianos, con Abelardo al frente, así como su ejemplar disciplina e intensidad. No siempre se puede ganar al más débil.
El Real Sporting de Gijón es un club con cuarenta millones de deuda, con un límite salarial de catorce millones, pero con una ciudad apasionada con sus «guajes». Su mérito es digno de consideración. Gijón es grande por sí misma.
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