Paloma Pedrero
Ricos y pobres
Siempre ha habido ricos y pobres, decía mi abuela. Yo la escuchaba y me encendía de rabia porque en su tono había resignación, la peor, la resignación del pobre. Era ya adolescente cuando tenía estos sentimientos y estaba convencida de que esa realidad del mundo que me transmitían mis mayores era pasado. Algo ya viejo, porque nosotros, los nuevos, la transformaríamos en cuanto tuviéramos el poder. Estábamos a finales de los 70 del siglo XX. Hoy año 2014, la desigualdad y la pobreza en el mundo siguen siendo igual. Peor, incluso, en los últimos años. Colosal en nuestro propio país. Un lugar que, como tantos, se autodenomina desarrollado, civilizado, democrático, abierto, justo.... Fíjense: las veinte personas más ricas en España poseen una fortuna similar a los ingresos de casi 14 millones de las personas más pobres. Nos lo acaba de decir un informe de la ONG Oxfam ,y no mienten. Está claro, queridos, que cuando mi generación y posteriores llegaron al poder olvidaron sus promesas y los peligros de la desigualdad extrema. El mismo informe nos explica que los dos motores principales que han alimentado el incremento de la desigualdad son el fundamentalismo del mercado y la captura del poder político por las élites, que generan leyes hechas a la medida de sus intereses. Lo mismo de siempre, que diría mi abuela, el que tiene a amontonar, que para eso existen los paraísos fiscales en los que evadir los impuestos. ¿Y qué hacer? Para empezar una reforma fiscal justa y progresiva, la reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres y la inversión en políticas públicas para garantizar la igualdad de oportunidades. O educamos en consciencia y reaccionamos o el mundo se nos va a caer encima como un cielo de mármol.
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