Huelga de estibadores
Rodrigo de Triana, patrón de los estibadores
Cuentan con no poco orgullo en la morería que Rodrigo de Triana acabó sus días trabajando de estibador en el puerto de Tánger. El trianero, a quien se le atribuye haber divisado antes que nadie el Nuevo Mundo, emigró despechado a la Berbería tras haber sido engañado por Cristóbal Colón. Al almirante no le tembló ni la mano ni el alma para recompensar al vigía con un jubón, un simple jersey de entonces, en lugar de los 10.000 maravedíes comprometidos por los Reyes Católicos. Al regresar del viaje, Rodrigo de Triana apostató con desdén de la fe cristiana y decidió cruzar el Estrecho por Algeciras para no volver jamás. El puerto de Tánger fue desde entonces su casa. Sea o no cierto el mito, los estibadores españoles deberían postular de inmediato a Rodrigo de Triana como patrón del gremio. Sólo la existencia de un resentimiento ancestral explicaría, en efecto, el empeño estibador de cobrar en diferido los miles de maravedíes negados al despechado Rodrigo. En los días claros desde Tánger se divisa sin dificultad Algeciras, donde ayer hubo tumulto a cuento de los estibadores. La Unión Europea ha obligado a España, como ya sucede en el resto de Estados miembros, a desatascar de caudillajes el sector de la estiba, que ha sido hasta la fecha una especie de coto profesional cerrado al arbitrio de unos pocos. Ahora que se reanudan las negociaciones con el Gobierno, los estibadores españoles se congregaron en Algeciras, adonde invitaron a compañeros de todo el mundo. Acudieron portugueses, daneses, ingleses, belgas e incluso estadounidenses, a quienes seguramente les embargó una pregunta: ¿y las mujeres? Y alguien les habrá contestado que no, que las mujeres en el puerto algecireño no trabajan. ¿Por qué? Spain is different. Y aún más si son estibadores.
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