Paloma Pedrero
Rusia retrógrada
Terrible situación la de quinientas familias españolas que están esperando a su hijos de Rusia. El veintinueve de agosto, el gobierno ruso estableció no tramitar las adopciones con los países en los que estuvieran permitidas las relaciones homosexuales. Exigen, para llegar a un acuerdo con el Gobierno español, controlar a los matrimonios adoptantes, hasta que los niños lleguen a su mayoría de edad, para que no haya «desviaciones de conducta» en los padres. Delirante, queridos. A estos rusos se les ha ido la sesera con esto de la homosexualidad. Y me parece que mezclar un asunto tan sensible como es la adopción de criaturas con una ideología tan retrógrada como es la homofobia no tiene ni sentido ni integridad. Olvidan que lo que necesitan los críos abandonados es amor, amor en grandes cantidades. Todo el amor que no tienen en los orfanatos de allí. Y que, en muchos casos, hace que sus niños desamparados lleguen a sus padres adoptivos con enormes problemas en el desarrollo de la personalidad. Conozco el asunto por propia experiencia, y sé que los métodos de educación en la mayoría de los orfanatos de los países del este, en los que el orden y la disciplina imperan sobre las caricias y el juego, no son precisamente la mejor medicina para la salud mental de las criaturas. Es tremendo que cuestionen la capacidad parental de las parejas gays, cuando está más que demostrado que lo que necesitamos los humanos es amor, y que eso no lo garantiza ningún modelo particular de relación de pareja. Es tremendo que a tantas familias les estén haciendo vivir este tormento burocrático. Tremendo también para esos niños preciosos que esperan con devoción los brazos amorosos de sus padres. Imperdonable.
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