Elecciones Generales 2016
Sánchez, cuanto más tarde peor
Hubo un giro de 180 grados en la puesta en escena. La «cordialidad» fue la tónica dominante en la última cita entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. ¿Estudiado simulacro? Tal vez. Más allá de la gestualidad, un matiz, un salto de la pasada inercia del «no, no, no, ¿queda claro?» a un artificioso «a día de hoy». Un paso –quizá– en ese retorcido camino que lleva al arranque de la legislatura. El secretario general socialista se halla en una encrucijada. Y tiene que elegir su camino. Y cuanto más tiempo pase sin decidirse, más jirones se deja públicamente para estar «en la solución» del desbloqueo.
Lógicamente, son ya un batallón los socialistas, muchos de ellos con mando en plaza, que dan por descontado que Sánchez asumirá el coste de la «abstención estratégica». Lo hace, por ejemplo, Susana Díaz. Más aún si Rajoy llega a la investidura con 170 votos (137 del PP, 32 de C’s y el probable de Coalición Canaria). Ante ese respaldo, «a ver quién es el guapo» que impide la reelección del jefe de filas del PP, como dejó caer Fernández Vara y hasta suscribe el catalán Miquel Iceta, tan próximo a Sánchez. Basta con escuchar las intervenciones del último Comité Federal para darse cuenta de lo divididos que están los socialistas.
Dicen que el propio Sánchez se habría dado ya por vencido. Desea apretar el botón amarillo de su escaño. El de la abstención. Y lo haría a cambio de nada, sin negociar nada, huyendo de las contrapartidas para evitar que ese voto pueda enlodar sus siglas. Al fin y al cabo, su interés está en que el país lo visualice, frente a Podemos, como una verdadera oposición que actúa con responsabilidad. Bien es verdad que Sánchez aún deja deliberadamente abiertas otras puertas. Busca contentar a todos sus públicos. Y es que en el seno de la dirección del PSOE también hay quienes desean hacer morder el polvo a Rajoy recordándole al oído la investidura fallida tras el 20-D.
No le faltó razón a Rajoy al negarle hace cinco meses al líder del PSOE el aval que éste tampoco quiso dar a su adversario político pese a ser el partido más votado. Pero voces socialistas susurran a Sánchez que coja al vuelo la oportunidad de no ser el único candidato español que escriba en su currículum tal borrón. En realidad, quienes así se muestran le piden que caiga en una triste «vendetta», la de propinar al líder del PP la misma medicina: el fracaso en una primera investidura. Es imposible saber con certeza lo que Sánchez tiene en la cabeza, desde luego, pero ese escenario ha sido barajado en Ferraz.
En esta nueva pugna, Sánchez ha sido tentado con hacerle la cobra a Rajoy, cerrar agosto sin presidente investido y dejar el reto de un nuevo Gobierno del PP para septiembre. Y, sólo entonces, otorgar esa abstención explicando que exclusivamente lo hace para que no haya que ir a unas terceras elecciones. En partidos gamberros, como el de Pablo Iglesias, tal plan tendría su lógica. En unas siglas con sentido de Estado representa un salto alejado de la seriedad que merece el funcionamiento del país. «Ya no estamos en campaña sino ante un grave riesgo de inestabilidad», advierten sectores socialistas.
Rajoy debe tener su oportunidad. Entre otras razones, porque encabeza el partido más votado. Es decir, las urnas le han designado como el político que más adhesiones cosecha. Así que Sánchez, incluso Rivera, deberían evitar tentaciones que siempre van a ser vistas como rabietas infantiles mal curadas. Reflejándolo de un modo u otro, los partidos «constitucionalistas» deberían trabajar de la mano para hacer posible una salida estable cuando el populismo llama a su puerta en un momento tan delicado para nuestra forma de vivir. Además, es la única fórmula que garantiza mayorías parlamentarias para acometer las grandes reformas que necesita España y apuntalar una recuperación económica aún cogida con alfileres.
Sánchez, con todo, pese a ser el líder socialista que menos diputados va a dirigir, puede convertirse en el líder de la oposición con mayor poder en estos últimos años en España. ¿Sonrisas del destino? Para el PSOE, cualquier plan conlleva asegurarse un futuro con otras fuerzas, prioritaria mente con C’s, que podrían aprobar de inmediato todas aquellas iniciativas parlamentarias con visos de salir adelante. Sin entrar en que dejarían en soledad a un renovado gobierno en minoría de Rajoy en cualquier momento. O, dicho en otros términos: los populares tienen por delante una legislatura tan extremadamente difícil que es muy complicado pensar que su desgaste no conduzca a una legislatura breve, en la que se quemase políticamente en un plazo muy corto de cara a unas nuevas elecciones.
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