Iñaki Zaragüeta
Seducido y abandonado
No será porque no se le haya avisado durante meses y desde todos los ángulos. Sin embargo, el presidente de Cataluña «erre que erre» en su viaje a ninguna parte. Ahora, rodeado, no sabe qué inventar para salir de una espiral inconstitucional. Ahora se da cuenta de que sus mentores son sus verdugos. Ahora comprueba cómo Oriol Junqueras lo ha dejado al borde del abismo, seducido y abandonado. Ahora y tras desechar la racionalidad, percibe que no hay salida para su laberinto. Ahora descubre que no cuenta con la diosa Circe para que le avise del peligro del canto de las sirenas, ni marineros que le aten al mástil y le taponen los oídos. Sólo le queda la Constitución como bote salvavidas para no sucumbir a la seducción maléfica.
Artur Mas, ahora, nota el peso de la púrpura, la responsabilidad institucional de su cargo, a la vez que la traición. Todos en los que creía no han hecho otra cosa que prepararle el cadalso. Como alternativa, no sabe si optar por el suicidio, político, «of course».
Por si faltaba alguien, aparece el prestidigitador, Josep Antoni Duran Lleida, y le conmina a decidir rápidamente. No la ejecución de la consulta, sino si va a convocarla o no. Para ello le presenta una vía hacia el Gólgota: «No me pasa por la cabeza otra posibilidad de consulta que la amparada por la Ley, convocada por el Govern de la Generalitat... para que todo el mundo que tiene derecho al voto lo pueda ejercer».
Eso significa, y Duran Lleida lo sabe, que no puede haber consulta. Ésa es la Ley. Más aún, sabe que el derecho a ese voto lo tienen todos los españoles, como así proclama nuestra Carta Magna. Así es la vida.
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