Fernando de Haro
Sí hay soluciones
Es duro, difícil, complicado. Pero hay soluciones. Hemos encontrado una fórmula para rescatar a la banca de los años de borrachera inmobiliaria: un crédito de decenas de millones de euros que acabaremos pagando todos. Y encontraremos una solución para aquellos que en aquella locura firmaron hipotecas que ahora no pueden pagar.
Un 20 por ciento de los créditos inmobiliarios a particulares que se cerraron entre 2004 y 2008 son de alto riesgo. Rescatar a la banca es necesario para evitar un riesgo sistémico, rescatar a las familias que actuaron de buena fe y que se han quedado sin techo (ya van 350.000) es necesario para evitar un gran descalabro social. Hay soluciones políticas y económicas. Nuestros próceres las tienen que poner en marcha. Se pueden alargar los plazos para los que estén en situaciones límite. Se puede copiar el modelo de las Comisiones de Sobreendeudamiento que se utiliza en Francia. Son órganos en los que, una vez que se certifica que no hubo voluntad de defraudar, se renegocian las condiciones del crédito. Hay soluciones culturales. Podemos adoptar la dación en pago para los nuevos contratos. Subirá el precio de los pisos. Pero podremos alquilar. Solamente tenemos que superar la ibérica obsesión de tener una vivienda en propiedad.
Y se puede pelear, reclamar justicia, dar y aceptar caridad. Como ya ha hecho la vecina de Santa Cruz de Tenerife, Carmen Omaña.
Es duro, difícil y complicado, pero ni todas las casas del mundo juntas, ni todas las hipotecas valen lo que vale una vida. Estos tiempos son unos tiempos extraños: tenemos que estar recordándonos hasta lo más evidente. Para conservar lo más importante, la estima por nosotros mismos. Porque en el fondo es lo que más necesitamos.
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