Julián Redondo

Sin cartera

La Razón
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Antes de hacer juicios de valor, de suponer que a Villar le han dado un haiga en Nyon, pero sin llaves ni seguro ni gasolina, conviene aclarar que el menos interesado en heredar el buga de Platini en las actuales circunstancias era él, por no incurrir en incompatibilidades y porque, amigo de sus amigos, respeta la jerarquía de FIFA y UEFA, aunque se demuestre que los jefes y determinados acólitos son unos truhanes. Ya había advertido a su entorno de que no iba a aceptar el cargo del dirigente francés por recomendación estatutaria. El artículo 29.5, que dice que «en ausencia del presidente, el vicepresidente de más alto rango asume sus funciones», lo admite, pero lo rechaza. Villar está por la presunción de inocencia y no cree que Platini haya trincado un soborno, teoría que alimenta el octogenario Lennart Johansson, derrotado en las urnas en 2007 por quien hoy pasa por el trance del bochorno y el escarnio. Francia, Italia, Portugal y España apoyan al sancionado; Inglaterra, Alemania, Dinamarca, Noruega, Holanda y el sueco Johansson le instan a que aporte pruebas de su inocencia. Por ahora no las hay.

En el mientras tanto, las 54 federaciones integradas en la UEFA han nombrado a Villar presidente sin cartera; o lo que es lo mismo, en la sombra, pues no le permiten ostentar el cargo y le conminan a que cualquier decisión que adopte pase primero por el tamiz del Comité Ejecutivo.

Villar es presidente de la Federación Española de Fútbol y quiere seguir siéndolo, es su objetivo principal, y en cuanto a las presidencias de la UEFA o de la FIFA, o se las ponen como a Fernando VII o no moverá un dedo salvo que Blatter o Platini, esos presuntos corruptos, le den el visto bueno.