Julián Redondo
Sinceridad
Es la moda y la monda. Recién caído en la Ciudad Deportiva de Valdebebas, a Rafa Benítez le preguntaron que quién era el mejor futbolista del mundo. No hizo referencia a Messi, menos mal; pero cometió el error de mezclar a Cristiano Ronaldo con Bale y Benzema. Primer lío y primera llamada al orden. Si cualquier empleado o directivo del Real Madrid dice lo que piensa y sitúa a Ronaldo a la altura de sus compañeros en el escalafón, se le cae el pelo. Si a fulano le gusta más James o Kroos que Cristiano, se aguanta porque en este capítulo no hay colores ni discusión. Menos recochineo y menos morbo. No obstante, Benítez volvió a regatear el halago superlativo a la estrella del equipo, que en eso no hay discusión, y hubo aviso a los bomberos para apagar el incendio. De paso recomendaron al entrenador generosidad en el piropo al futbolista portugués, que en dos partidos y después de una sequía elemental metió ocho goles.
Y otra vez la preguntita de marras a Rafa: espejito, espejito, ¿quién es el mejor futbolista del mundo? Respuesta inmediata, sin vacilación: «Cristiano Ronaldo». El técnico demostró que tiene la lección bien aprendida. A los del Real Madrid y a los del Barcelona les ponen en la balanza a Messi y a Cristiano para que elijan, manía que no persigue la verdad sino la noticia. Marcelo picó una vez y durante un par de meses Cristiano le retiró el saludo.
Luis Enrique lo tuvo claro desde el principio: Messi, su dolor de cabeza en Anoeta. Y hasta que pase el 27-S a Pau Gasol le seguirán preguntando los de siempre si se siente español. Son tantas las pruebas de fidelidad que ha dado el jugador de los Bulls de Chicago que la cuestión resulta cargante y estúpida. Y a todo esto, el Real Madrid ganó 1-0 al meritorio Granada de Sandoval. El «milagro de Lille» rozó el palo con un par de decisiones discutibles, pero los tres puntos se quedaron en el Santiago Bernabéu.
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