Martín Prieto
Singularidad singularísima
El jefe socialista Pedro Sánchez, entre otras rarezas, puja por una tercera vía que dé cabida constitucional a la singularidad catalana que los catalanes, como el resto de los españoles, votaron masivamente hace tres décadas. Eso de la «tercera vía» comenzó con mucha prosopopeya en la Conferencia de Bandung y terminó, por el momento, en el Tony Blair de Las Azores y es argumentario político más excavado que el Cuaternario. Mao Tsé Tung sería un genocida pero acertaba afirmando que cuando te sientas entre la silla de la derecha y la de la izquierda, te caes. ¿Cuáles son las singularidades catalanas que la apartan de la Constitución que alborozadamente sancionaron? Que quieren Hacienda propia, y no se sabe si también institucionalizar el 3% en toda la obra pública al norte del Ebro. Para la cúpula independentista éste es un asunto de dinero, de tapar el ya sustraído y de abrir nuevos yacimientos. La Diada y el falsificado Casanova son el coro de una farsa de perillanes. Estos pillastres obtendrán una mayoría de escaños en su Parlamento (que no votos) pero no van a salir al balcón de la Generalitat a proclamar por tercera vez la República catalana, sino que esperarán al resultado de las elecciones generales por ver si meter el cazo entre PSOE y Podemos, y obtener la ansiada singularidad que se les niega. No habrá secesionismo catalán y si una larga monserga de agravios económicos que los asustados socialistas intentarán satisfacer. El independentismo catalán permaneció prudentemente mudo ante los abusos absolutistas o las dictaduras de Primo de Rivera y Franco, pero traicionó a la l República que le dio su primer Estatuto, y ahora a la democracia que le otorgó el mayor autogobierno de su Historia. Pasaron los tiempos en que Cambó quería ser Garibaldi en Cataluña y Bismarck en toda España. Éstos no tienen ideología, por astrosa que fuere, ni proyecto de nación, ni idea de Europa, ni otras perspectivas que las tapias de su modesto patio en el que las singularidades parecen onanistas. Castilla, Aragón, Andalucía, el País Vasco, Asturias, Galicia... son un catálogo de singularidades con acomodo constitucional. Asistiendo a un congreso de Hannover, di en que estaba junto a Hamelin, que en mi ignorancia creía solo un cuento infantil. Allí un flautista se llevó a los niños como Artur Mas y su corte de músicos arrastran a los demás hacia nadie sabe dónde. La banda no toca en la plaza de Hamelin para no invocar el secuestro.
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