José María Marco

Soberanía

La Razón
La RazónLa Razón

Hace pocos días se celebraba el Consejo de Política Fiscal y los representantes de nueve comunidades autónomas –frente a seis: Castilla y León se abstuvo– se negaron a respaldar los límites de gasto propuestos por el Gobierno, el Gobierno de España. Así se ha empezado a declarar la guerra entre las comunidades rumbosas y el Gobierno central. Si cambia el signo de éste, dentro de pocos meses, veremos cómo maneja el PSOE, respaldado por sus amigos de Podemos, la situación. De tener en cuenta lo que acaba de hacer Alexis Tsipras, es posible que Pedro Sánchez llegue a mostrarse más exigente que el PP.

El caso de Grecia no es el único del que nuestros generosos gobiernos autonómicos pueden tomar ejemplo. También está, como es bien sabido, Puerto Rico, el estado asociado norteamericano que desde hace años (y con gobiernos de los dos partidos, el demócrata y el republicano) lleva acumulada una deuda de 72.000 millones de dólares (la de Grecia es de algo más de 340.000 millones de euros: una deuda realmente soberana, digna de Pericles y Alejandro). El gobernador confesó el otro día que no iba a poder pagarla: cuestión de matemáticas, no de política, según dijo. Lo mismo que en Grecia, en muy pocas palabras.

Los demócratas norteamericanos, como algunos socialistas europeos, piden generosidad a Washington en el tratamiento del asunto. Los republicanos acabarán cediendo porque tendrán que atender a la sensibilidad de la población portorriqueña que vive en Estados Unidos, y que va en aumento. Ahora bien, en política las matemáticas y los sentimientos son contraintuitivos, por así decirlo.

Y es que lo que ha causado la ruina de Puerto Rico, como la de Grecia, no es precisamente la austeridad de sus gobiernos, sino su despilfarro permanente, que lleva a sostener un sector público desmedido a base de deuda: los aumentos de impuestos ya no sirven. Los dos gobiernos han jugado sobre lo que creían seguro. En el caso de Puerto Rico, porque un estado norteamericano no puede quebrar. En el caso de Grecia, por la convicción de que la eurozona no dejaría en la estacada a Atenas. Lo chistoso es que después de esto hay quien sale diciendo que la causa del desastre es, justamente, la austeridad y la falta de soberanía. Además de esto, es posible que estemos asistiendo estos días al ensayo de los argumentos que se van a utilizar en nuestro país en el debate financiero y autonómico de los próximos años. Soberanía... menuda palabra.