Julián Redondo

Sombras

La Selección bajó el telón de la temporada en Vigo con la quinta derrota. Números tan pobres no se recordaban desde que la presencia del equipo nacional en las grandes citas tenía fecha de caducidad: octavos, cuartos... Entre 2008 y junio de 2014 España cambió de cara, erradicó la fatalidad, se situó en la cima del mundo y asombró. Fue el ejemplo a seguir. Lo vieron Löw en Alemania, alumno aventajado, y Prandelli en Italia, víctima del vértigo. Pero nada es eterno, menos en el fútbol, que de un día para otro resulta irreconocible. La Roja perdió con Alemania el partido del prestigio después de ganar tres días antes el de los puntos a Bielorrusia. Enganchada al duende de Isco, dio muestras de credibilidad hasta que Kroos profundizó en la herida que el seleccionador no termina de cerrar. De la convocatoria de 23, el único que no jugó fue De Gea porque estaba lesionado. Del Bosque, magnánimo, regaló minutos a todos y contra los alemanes mantuvo encendida la rueda de la fortuna. Pero Azpilicueta ahora no es Juanfran; ni Bernat, Alba; ni Bruno, que es muy bueno, Koke; ni Raúl García, Cazorla; ni Morata, Diego Costa... Al final, no se fueron contentos ni los debutantes, por la derrota, y poco importa que el fiasco sobreviniera en el último minuto. Con los más habituales de los menos habituales –primer tiempo–, España dominó el partido; después perdió la posesión por primera vez en seis años. En el año de las sombras (2014), los líos habituales: Ramos atiza en el culo de Cesc y Costa la patada destinada a Mourinho y Alonso utiliza a Neuer para denostar a Casillas que no se habla con Mou. Fútbol y venganzas.